APOSENTO ALTO

domingo, 21 de mayo de 2017

LECTURA BÍBLICA 21 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    15:1-15

Mar 15:1 Muy temprano por la mañana, los principales sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley religiosa —todo el Concilio Supremo* —se reunieron para hablar del próximo paso. Ataron a Jesús, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador romano.
Mar 15:2 Pilato le preguntó a Jesús: —¿Eres tú el rey de los judíos? —Tú lo has dicho —contestó Jesús.
Mar 15:3 Entonces los principales sacerdotes siguieron acusándolo de muchos delitos,
Mar 15:4 y Pilato le preguntó: «¿No vas a contestarles? ¿Qué me dices de las acusaciones que presentan en tu contra?».
Mar 15:5 Pero, para sorpresa de Pilato, Jesús no dijo nada.
Mar 15:6 Ahora bien, era costumbre del gobernador cada año, durante la celebración de la Pascua, poner en libertad a un preso, el que la gente pidiera.
Mar 15:7 Uno de los presos en ese tiempo era Barrabás, un revolucionario que había cometido un asesinato durante un levantamiento.
Mar 15:8 La multitud acudió a Pilato y le pidió que soltara a un preso como era la costumbre.
Mar 15:9 «¿Quieren que les deje en libertad a este “rey de los judíos”?» —preguntó Pilato.
Mar 15:10 (Pues ya se había dado cuenta de que los principales sacerdotes habían arrestado a Jesús por envidia).
Mar 15:11 Pero, en ese momento, los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que exigiera la libertad de Barrabás en lugar de la de Jesús.
Mar 15:12 Pilato les preguntó: —Entonces, ¿qué hago con este hombre al que ustedes llaman rey de los judíos?
Mar 15:13 —¡Crucifícalo! —le contestaron a gritos.
Mar 15:14 —¿Por qué? —insistió Pilato —. ¿Qué crimen ha cometido? Pero la turba rugió aún más fuerte: —¡Crucifícalo!
Mar 15:15 Entonces Pilato, para calmar a la multitud, dejó a Barrabás en libertad. Y mandó azotar a Jesús con un látigo que tenía puntas de plomo, y después lo entregó a los soldados romanos para que lo crucificaran.



GÁLATAS 4:1-20

Gál 4:1 Piénsenlo de la siguiente manera: si un padre muere y deja una herencia a sus hijos pequeños, esos niños no están en mejor situación que los esclavos hasta que se hagan mayores de edad, a pesar de que en verdad son dueños de todas las posesiones de su padre.
Gál 4:2 Tienen que obedecer a sus tutores hasta que cumplan la edad establecida por su padre.
Gál 4:3 Eso mismo sucedía con nosotros antes de que viniera Cristo. Éramos como niños; éramos esclavos de los principios* espirituales básicos de este mundo.
Gál 4:4 Pero, cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la ley.
Gál 4:5 Dios lo envió para que comprara la libertad de los que éramos esclavos de la ley, a fin de poder adoptarnos como sus propios hijos.
Gál 4:6 Y, debido a que somos* sus hijos, Dios envió al Espíritu de su Hijo a nuestro corazón, el cual nos impulsa a exclamar «Abba, Padre»*.
Gál 4:7 Ahora ya no eres un esclavo sino un hijo de Dios. Y, como eres su hijo, Dios te ha hecho su heredero.
Gál 4:8 Antes de conocer a Dios, ustedes, los gentiles,* eran esclavos de los llamados dioses, que ni siquiera existen.
Gál 4:9 Así que, ahora que conocen a Dios (o mejor dicho, ahora que Dios los conoce a ustedes), ¿por qué quieren retroceder y convertirse otra vez en esclavos de los débiles e inútiles principios espirituales de este mundo?
Gál 4:10 Pretenden ganarse el favor de Dios al cumplir con ciertos días o meses, estaciones o años.
Gál 4:11 Temo por ustedes. Quizá todo el arduo trabajo que hice entre ustedes fue en vano.
Gál 4:12 Amados hermanos, les ruego que vivan como yo, libres de esas cosas, pues yo llegué a ser como ustedes, los gentiles, libre de esas leyes. Ustedes no me trataron mal cuando les prediqué por primera vez.
Gál 4:13 Sin duda, recordarán que yo estaba enfermo la primera vez que les llevé la Buena Noticia.
Gál 4:14 Pero, aunque mi condición los tentaba a no aceptarme, ustedes no me despreciaron ni me rechazaron. Todo lo contrario, me recibieron y me cuidaron como si yo fuera un ángel de Dios o incluso el mismo Cristo Jesús.
Gál 4:15 ¿Dónde ha ido a parar el espíritu de alegría y de gratitud que antes tenían? Estoy seguro de que ustedes se hubieran arrancado los propios ojos para dármelos de haber sido posible.
Gál 4:16 ¿Acaso ahora me volví su enemigo porque les digo la verdad?
Gál 4:17 Esos falsos maestros están muy ansiosos de ganarse el favor de ustedes, pero sus intenciones no son nada buenas. Lo que quieren es aislarlos de mí para que ustedes sólo les presten atención a ellos.
Gál 4:18 Si alguien quiere hacer cosas buenas por ustedes, no hay ningún problema; pero que lo haga en todo tiempo, no sólo cuando estoy con ustedes.
Gál 4:19 ¡Oh mis hijos queridos! Siento como si volviera a sufrir dolores de parto por ustedes, y seguirán hasta que Cristo se forme por completo en sus vidas.
Gál 4:20 Desearía estar con ustedes en este momento para poder hablarles en otro tono. Pero, estando tan lejos, no sé qué más puedo hacer para ayudarlos.




SALMO 114

Sal 114:1 Cuando los israelitas escaparon de Egipto —cuando la familia de Jacob dejó esa tierra extranjera—,
Sal 114:2 la tierra de Judá se convirtió en el santuario de Dios, e Israel llegó a ser su reino.
Sal 114:3 El mar Rojo* los vio venir y se apuró a quitarse del camino; el agua del río Jordán se hizo a un lado.
Sal 114:4 ¡Las montañas saltaron como carneros, las colinas brincaron como corderos!
Sal 114:5 ¿Qué te pasa, mar Rojo, qué te llevó a quitarte del camino? ¿Qué sucedió, río Jordán, que te hiciste a un lado?
Sal 114:6 Montañas, ¿por qué saltaron como carneros? Colinas, ¿por qué brincaron como corderos?
Sal 114:7 Tiembla, oh tierra, ante la presencia del Señor, ante el Dios de Jacob.
Sal 114:8 Él convirtió la roca en una laguna de agua; sí, de la roca sólida fluyó un manantial.

LECTURA PARA LA NOCHE

2 SAMUEL    16-17

2Sa 16:1 Cuando David pasó un poco más allá de la cima del monte de los Olivos, Siba, el siervo de Mefiboset,* lo estaba esperando. Tenía dos burros cargados con doscientos panes, cien racimos de pasas, cien ramas con frutas de verano y un cuero lleno de vino.
2Sa 16:2 —¿Para qué es todo esto? —le preguntó el rey a Siba. —Los burros son para que monten los que acompañen al rey —contestó Siba—, y el pan y la fruta son para que coman los jóvenes. El vino es para los que se agoten en el desierto.
2Sa 16:3 —¿Y dónde está Mefiboset, el nieto de Saúl? —le preguntó el rey. —Se quedó en Jerusalén —contestó Siba—. Dijo: “Hoy recobraré el reino de mi abuelo Saúl”.
2Sa 16:4 —En ese caso —le dijo el rey a Siba—, te doy todo lo que le pertenece a Mefiboset. —Me inclino ante usted —respondió Siba—, que yo siempre pueda complacerlo, mi señor el rey.
2Sa 16:5 Mientras el rey David llegaba a Bahurim, salió un hombre de la aldea maldiciéndolos. Era Simei, hijo de Gera, del mismo clan de la familia de Saúl.
2Sa 16:6 Les arrojó piedras al rey, a los oficiales del rey y a los guerreros valientes que lo rodeaban.
2Sa 16:7 —¡Vete de aquí, asesino y sinvergüenza! —le gritó a David—.
2Sa 16:8 El SEÑOR te está pagando por todo el derramamiento de sangre en el clan de Saúl. Le robaste el trono, y ahora el SEÑOR se lo ha dado a tu hijo Absalón. Al fin te van a pagar con la misma moneda, ¡porque eres un asesino!
2Sa 16:9 —¿Cómo es posible que este perro muerto maldiga a mi señor el rey? —exclamó Abisai, el hijo de Sarvia—. ¡Déjeme ir y cortarle la cabeza!
2Sa 16:10 —¡No! —dijo el rey—. ¿Quién les pidió su opinión a ustedes, los hijos de Sarvia? Si el SEÑOR le dijo que me maldijera, ¿quiénes son ustedes para detenerlo?
2Sa 16:11 Entonces David les dijo a Abisai y a sus sirvientes: —Mi propio hijo quiere matarme, ¿acaso no tiene este pariente de Saúl* todavía más motivos para hacerlo? Déjenlo en paz y permítanle que maldiga, porque el SEÑOR le dijo que lo hiciera.
2Sa 16:12 Y tal vez el SEÑOR vea con cuánta injusticia me han tratado y me bendiga a causa de estas maldiciones que sufrí hoy.
2Sa 16:13 Así que David y sus hombres continuaron por el camino, y Simei les seguía el paso desde un cerro cercano, maldiciendo mientras caminaba, tirándole piedras a David y arrojando polvo al aire.
2Sa 16:14 El rey y todos lo que estaban con él se fatigaron en el camino, así que descansaron cuando llegaron al río Jordán.*
2Sa 16:15 Mientras tanto, Absalón y todo el ejército de Israel llegaron a Jerusalén acompañados por Ahitofel.
2Sa 16:16 Cuando llegó Husai el arquita, el amigo de David, enseguida fue a ver a Absalón. —¡Viva el rey! —exclamó—. ¡Viva el rey!
2Sa 16:17 —¿Es ésta la forma en que tratas a tu amigo David? —le preguntó Absalón—. ¿Por qué no estás con él?
2Sa 16:18 —Estoy aquí porque le pertenezco al hombre que fue escogido por el SEÑOR y por todos los hombres de Israel —le respondió Husai—.
2Sa 16:19 De todos modos, ¿por qué no te serviré? Así como fui el consejero de tu padre, ¡ahora seré tu consejero!
2Sa 16:20 Después Absalón se volvió a Ahitofel y le preguntó: —¿Qué debo hacer ahora?
2Sa 16:21 —Ve y acuéstate con las concubinas de tu padre —contestó Ahitofel—, porque él las dejó aquí para que cuidaran el palacio. Entonces todo Israel sabrá que has insultado a tu padre más allá de toda esperanza de reconciliación, y el pueblo te dará su apoyo.
2Sa 16:22 Entonces levantaron una carpa en la azotea del palacio para que todos pudieran verla, y Absalón entró y tuvo sexo con las concubinas de su padre.
2Sa 16:23 Absalón siguió el consejo de Ahitofel, tal como lo había hecho David, porque cada palabra que decía Ahitofel parecía tan sabia como si hubiera salido directamente de la boca de Dios.
2Sa 17:1 Entonces Ahitofel dijo a Absalón: «Déjame escoger a doce mil hombres que salgan en busca de David esta noche.
2Sa 17:2 Lo alcanzaré cuando esté agotado y desanimado. Él y sus tropas se dejarán llevar por el pánico y todos huirán. Luego mataré sólo al rey
2Sa 17:3 y te traeré de regreso a toda la gente, así como una recién casada vuelve a su marido. Después de todo, es la vida de un solo hombre la que buscas.* Entonces estarás en paz con todo el pueblo».
2Sa 17:4 Este plan les pareció bien a Absalón y a todos los ancianos de Israel.
2Sa 17:5 Pero después Absalón dijo: —Traigan a Husai el arquita. Veamos lo que él piensa acerca de este plan.
2Sa 17:6 Cuando Husai llegó, Absalón le contó lo que Ahitofel había dicho y le preguntó: —¿Qué opinas? ¿Debemos seguir el consejo de Ahitofel? Si no, ¿qué sugieres?
2Sa 17:7 —Bueno —le contestó Husai— esta vez Ahitofel se equivocó.
2Sa 17:8 Tú conoces a tu padre y a sus hombres; son guerreros poderosos. En este momento están tan enfurecidos como una osa a la que le han robado sus cachorros. Y recuerda que tu padre es un hombre de guerra con experiencia. Él no pasará la noche con las tropas.
2Sa 17:9 Seguramente ya está escondido en algún pozo o en alguna cueva. Y cuando salga y ataque, y mueran unos cuantos de tus hombres, entonces habrá pánico entre tus tropas, y se correrá la voz de que están masacrando a los hombres de Absalón.
2Sa 17:10 Así pues hasta los soldados más valientes, aunque tengan el corazón de un león, quedarán paralizados de miedo, porque todo Israel sabe qué poderoso guerrero es tu padre y qué valientes son sus hombres.
2Sa 17:11 »Recomiendo que movilices a todo el ejército de Israel y que llames a los soldados desde tan lejos como Dan al norte y Beerseba al sur. De esa manera tendrás un ejército tan numeroso como la arena a la orilla del mar. Y te aconsejo que tú personalmente dirijas las tropas.
2Sa 17:12 Cuando encontremos a David, caeremos sobre él como el rocío que cae sobre la tierra. De este modo ni él ni ninguno de sus hombres quedarán con vida.
2Sa 17:13 Y si David llegara a escapar a una ciudad, tú tendrás a todo Israel allí a tu mando. Luego podremos tomar sogas y arrastrar las murallas de la ciudad al valle más cercano, hasta que cada piedra haya sido derribada.
2Sa 17:14 Absalón y todos los hombres de Israel dijeron: «El consejo de Husai es mejor que el de Ahitofel». Pues el SEÑOR había decidido frustrar el consejo de Ahitofel, que en realidad era un plan mejor, ¡para poder traer la calamidad sobre Absalón!
2Sa 17:15 Husai les contó a Sadoc y a Abiatar, los sacerdotes, lo que Ahitofel les había dicho a Absalón y a los ancianos de Israel así como lo que él mismo había aconsejado.
2Sa 17:16 «¡Rápido! —les dijo—. Encuentren a David e insístanle que no se quede en los bajíos del río Jordán* esta noche. De inmediato debe cruzar e internarse en el desierto. De lo contrario moriran, él y todo su ejército».
2Sa 17:17 Jonatán y Ahimaas se habían quedado en En-rogel para no ser vistos al entrar ni al salir de la ciudad. Habían acordado que una sirvienta les llevaría el mensaje que ellos debían darle al rey David.
2Sa 17:18 Sin embargo, un muchacho los vio en En-rogel, y se lo contó a Absalón, así que escaparon a toda prisa a Bahurim donde un hombre los escondió dentro de un pozo en su patio.
2Sa 17:19 La esposa del hombre puso una tela sobre la boca del pozo y esparció grano encima para que se secara al sol; por eso nadie sospechó que estaban allí.
2Sa 17:20 Cuando llegaron los hombres de Absalón, le preguntaron a la mujer: —¿Has visto a Ahimaas y a Jonatán? La mujer contestó: —Estuvieron aquí, pero cruzaron el arroyo. Entonces los hombres de Absalón los buscaron sin éxito y regresaron a Jerusalén.
2Sa 17:21 Luego los dos hombres salieron del pozo y se apresuraron a ir donde estaba el rey David. «¡Rápido —le dijeron—, cruce el Jordán esta misma noche!». Y le contaron cómo Ahitofel había aconsejado que lo capturaran y lo mataran.
2Sa 17:22 Entonces David y los que estaban con él cruzaron el río Jordán durante la noche, y todos llegaron a la otra orilla antes del amanecer.
2Sa 17:23 Cuando Ahitofel se dio cuenta de que no se había seguido su consejo, ensilló su burro y se fue a su pueblo natal, donde puso sus asuntos en orden y se ahorcó. Murió allí y lo enterraron en la tumba de la familia.
2Sa 17:24 Pronto David llegó a Mahanaim. A estas alturas, Absalón había movilizado a todo el ejército de Israel y estaba guiando a sus tropas a través del río Jordán.
2Sa 17:25 Absalón había nombrado a Amasa comandante de su ejército para reemplazar a Joab, quien había sido el comandante bajo David. (Amasa era primo de Joab. Su padre era Jeter,* un ismaelita.* Su madre, Abigail, hija de Nahas, era hermana de Sarvia, la madre de Joab).
2Sa 17:26 Absalón y el ejército israelita armaron el campamento en la tierra de Galaad.
2Sa 17:27 Cuando David llegó a Mahanaim, fue recibido calurosamente por Sobi, hijo de Nahas, que venía de Rabá de los amonitas; por Maquir, hijo de Amiel, de Lodebar; y por Barzilai de Galaad, que era de Rogelim.
2Sa 17:28 Ellos trajeron camillas, ollas de cocina, recipientes para servir, trigo y cebada, harina y grano tostado, frijoles, lentejas,
2Sa 17:29 miel, mantequilla, ovejas, cabras y queso para David y los que estaban con él porque dijeron: «Todos ustedes deben estar muy hambrientos, cansados y con sed después de su largo caminar por el desierto».

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