APOSENTO ALTO

jueves, 10 de mayo de 2018

LECTURA BÍBLICA 10 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    12:28-34

Mar 12:28 Uno de los maestros de la ley religiosa estaba allí escuchando el debate. Se dio cuenta de que Jesús había contestado bien, entonces le preguntó: —De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante?
Mar 12:29 Jesús contestó: —El mandamiento más importante es: “¡Escucha, oh Israel! El SEÑOR nuestro Dios es el único SEÑOR.
Mar 12:30 Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”*.
Mar 12:31 El segundo es igualmente importante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”*. Ningún otro mandamiento es más importante que éstos.
Mar 12:32 El maestro de la ley religiosa respondió: —Bien dicho, Maestro. Has hablado la verdad al decir que hay sólo un Dios y ningún otro.
Mar 12:33 Además yo sé que es importante amarlo con todo mi corazón y todo mi entendimiento y todas mis fuerzas, y amar a mi prójimo como a mí mismo. Esto es más importante que presentar todas las ofrendas quemadas y sacrificios exigidos en la ley.
Mar 12:34 Al ver cuánto entendía el hombre, Jesús le dijo: —No estás lejos del reino de Dios. Y, a partir de entonces, nadie se atrevió a hacerle más preguntas.


2 CORINTIOS 9

2Co 9:1 En realidad, no necesito escribirles acerca del ministerio de ofrendar para los creyentes de Jerusalén.*
2Co 9:2 Pues sé lo deseosos que están de ayudar, y me estuve jactando en las iglesias de Macedonia de que ustedes, los de Grecia,* hace un año estuvieron dispuestos a enviar una ofrenda. De hecho, fue su entusiasmo lo que fomentó que muchos de los creyentes macedonios comenzaran a dar.
2Co 9:3 Pero les envío a estos hermanos para estar seguro de que ustedes realmente están listos —como les he estado diciendo a ellos —y que ya tienen todo el dinero reunido. No quiero estar equivocado al jactarme de ustedes.
2Co 9:4 Sería vergonzoso para nosotros —ni hablar de la vergüenza que significaría para ustedes —si algunos creyentes macedonios llegaran conmigo, ¡y encontraran que ustedes no están preparados después de todo lo que les hablé de ustedes!
2Co 9:5 Así que pensé que debería enviarles a estos hermanos primero, a fin de estar seguro de que tienen lista la ofrenda que prometieron. Pero quiero que sea una ofrenda voluntaria, no una ofrenda dada de mala gana.
2Co 9:6 Recuerden lo siguiente: un agricultor que siembra sólo unas cuantas semillas obtendrá una cosecha pequeña. Pero el que siembra abundantemente obtendrá una cosecha abundante.
2Co 9:7 Cada uno debe decidir en su corazón cuánto dar. Y no den de mala gana ni bajo presión, «porque Dios ama a la persona que da con alegría»*.
2Co 9:8 Y Dios proveerá con generosidad todo lo que necesiten. Entonces siempre tendrán todo lo necesario y habrá bastante de sobra que compartir con otros.
2Co 9:9 Como dicen las Escrituras: «Ellos comparten con libertad y dan generosamente a los pobres. Sus buenas acciones serán recordadas para siempre»*.
2Co 9:10 Pues es Dios quien provee la semilla al agricultor y luego el pan para comer. De la misma manera, él proveerá y aumentará los recursos de ustedes y luego producirá una gran cosecha de generosidad* en ustedes.
2Co 9:11 Efectivamente, serán enriquecidos en todo sentido para que siempre puedan ser generosos. Y, cuando llevemos sus ofrendas a los que las necesitan, ellos darán gracias a Dios.
2Co 9:12 Entonces dos cosas buenas resultarán del ministerio de dar: se satisfarán las necesidades de los creyentes de Jerusalén* y ellos expresarán con alegría su agradecimiento a Dios.
2Co 9:13 Como resultado del ministerio de ustedes, ellos darán la gloria a Dios. Pues la generosidad de ustedes tanto hacia ellos como a todos los creyentes demostrará que son obedientes a la Buena Noticia de Cristo.
2Co 9:14 Y ellos orarán por ustedes con un profundo cariño debido a la desbordante gracia que Dios les ha dado a ustedes.
2Co 9:15 ¡Gracias a Dios por este don* que es tan maravilloso que no puede describirse con palabras!

SALMO 104

Sal 104:1 Que todo lo que soy, alabe al SEÑOR. ¡Oh SEÑOR mi Dios, eres grandioso! Te has vestido de honor y majestad.
Sal 104:2 Te has envuelto en un manto de luz. Despliegas la cortina de estrellas de los cielos;
Sal 104:3 colocas las vigas de tu hogar en las nubes de lluvia. Haces de las nubes tu carro de guerra; cabalgas sobre las alas del viento.
Sal 104:4 Los vientos son tus mensajeros, las llamas de fuego, tus sirvientes.*
Sal 104:5 Colocaste el mundo sobre sus cimientos, así jamás se removerá.
Sal 104:6 Vestiste a la tierra con torrentes de agua, agua que cubrió aun a las montañas.
Sal 104:7 A tu orden, el agua huyó; al sonido de tu trueno, salió corriendo.
Sal 104:8 Las montañas se elevaron y los valles se hundieron hasta el nivel que tú decretaste.
Sal 104:9 Después, fijaste un límite para los mares, para que nunca más cubrieran la tierra.
Sal 104:10 Tú haces que los manantiales viertan agua en los barrancos, para que los arroyos broten con fuerza y desciendan desde las montañas.
Sal 104:11 Proveen agua a todos los animales, y los burros salvajes sacian su sed.
Sal 104:12 Las aves hacen sus nidos junto a los arroyos y cantan entre las ramas de los árboles.
Sal 104:13 Desde tu hogar celestial, envías lluvia sobre las montañas y colmas la tierra con el fruto de tus obras.
Sal 104:14 Haces crecer el pasto para los animales y las plantas para el uso de la gente. Les permites producir alimento con el fruto de la tierra:
Sal 104:15 vino para que se alegren, aceite de oliva para aliviarles la piel, y pan para que se fortalezcan.
Sal 104:16 Los árboles del SEÑOR están bien cuidados, los cedros del Líbano que plantó.
Sal 104:17 Allí hacen sus nidos las aves, y en los cipreses las cigüeñas hacen su hogar.
Sal 104:18 En lo alto de las montañas viven las cabras salvajes, y las rocas forman un refugio para los damanes.*
Sal 104:19 Creaste la luna para que marcara las estaciones, y el sol sabe cuándo ponerse.
Sal 104:20 Envías la oscuridad, y se hace de noche, la hora en que merodean los animales del bosque.
Sal 104:21 Los leones jóvenes rugen por su presa, acechan en busca del alimento que Dios les provee.
Sal 104:22 Al amanecer, se escabullen y se meten en sus guaridas para descansar.
Sal 104:23 Entonces la gente sale a trabajar y realiza sus labores hasta el anochecer.
Sal 104:24 Oh SEÑOR, ¡cuánta variedad de cosas has creado! Las hiciste todas con tu sabiduría; la tierra está repleta de tus criaturas.
Sal 104:25 Allí está el océano, ancho e inmenso, rebosando de toda clase de vida, especies tanto grandes como pequeñas.
Sal 104:26 Miren los barcos que pasan navegando, y a Leviatán,* al cual hiciste para que juegue en el mar.
Sal 104:27 Todos dependen de ti para recibir el alimento según su necesidad.
Sal 104:28 Cuando tú lo provees, ellos lo recogen. Abres tu mano para alimentarlos, y quedan sumamente satisfechos.
Sal 104:29 Pero si te alejas de ellos, se llenan de pánico. Cuando les quitas el aliento, mueren y vuelven otra vez al polvo.
Sal 104:30 Cuando les das tu aliento,* se genera la vida y renuevas la faz de la tierra.
Sal 104:31 ¡Que la gloria del SEÑOR continúe para siempre! ¡El SEÑOR se deleita en todo lo que ha creado!
Sal 104:32 La tierra tiembla ante su mirada; las montañas humean cuando él las toca.
Sal 104:33 Cantaré al SEÑOR mientras viva. ¡Alabaré a mi Dios hasta mi último suspiro!
Sal 104:34 Que todos mis pensamientos le agraden, porque me alegro en el SEÑOR.
Sal 104:35 Que todos los pecadores desaparezcan de la faz de la tierra; que dejen de existir para siempre los perversos. Que todo lo que soy alabe al SEÑOR. ¡Alabado sea el SEÑOR!



LECTURA PARA LA NOCHE

1 SAMUEL    21-23

1Sa 21:1 * David fue a la ciudad de Nob para ver al sacerdote Ahimelec. Cuando Ahimelec lo vio, se puso a temblar. —¿Por qué estás solo? —le preguntó—. ¿Por qué nadie te acompaña?
1Sa 21:2 —El rey me envió en un asunto privado —dijo David—. Me pidió que no le contara a nadie por qué estoy aquí. Les dije a mis hombres dónde buscarme después.
1Sa 21:3 Ahora bien, ¿qué hay de comer? Dame cinco panes o cualquier otra cosa que tengas.
1Sa 21:4 —No tenemos nada de pan común —respondió el sacerdote—. Pero aquí está el pan sagrado, el cual pueden comer si tus jóvenes no se han acostado con alguna mujer recientemente.
1Sa 21:5 —No te preocupes —le aseguró David—. Nunca permito que mis hombres estén con mujeres cuando están en plena campaña. Y ya que se mantienen limpios, aun durante misiones normales, ¡cuánto más en ésta!
1Sa 21:6 Como no había otro alimento disponible, el sacerdote le dio el pan sagrado: el pan de la Presencia que se ponía delante del SEÑOR en el tabernáculo. Justo en ese día había sido reemplazado por pan recién horneado.
1Sa 21:7 Aquel día estaba allí Doeg el edomita, jefe de los pastores de Saúl, que había sido detenido delante del SEÑOR.*
1Sa 21:8 David le preguntó a Ahimelec: —¿Tienes una lanza o una espada? El asunto del rey era tan urgente que ¡ni siquiera me dio tiempo de tomar un arma!
1Sa 21:9 —Sólo tengo la espada de Goliat el filisteo, a quien tú mataste en el valle de Ela —le contestó el sacerdote—. Está envuelta en una tela detrás del efod. Tómala si quieres, porque es la única que tengo. —¡Esta espada es sin igual —respondió David—, dámela!
1Sa 21:10 Entonces David escapó de Saúl y fue donde el rey Aquis de Gat.
1Sa 21:11 Pero a los oficiales de Aquis no les agradaba que David estuviera allí. «¿No es éste David, el rey de la tierra? —preguntaron—. ¿No es éste a quien el pueblo honra con danzas, y canta: “Saúl mató a sus miles, y David, a sus diez miles”?».
1Sa 21:12 David oyó esos comentarios y tuvo mucho miedo de lo que el rey Aquis de Gat pudiera hacer con él.
1Sa 21:13 Así que se hizo pasar por loco, arañando las puertas y dejando que la saliva escurriera por su barba.
1Sa 21:14 Finalmente, el rey Aquis le dijo a sus hombres: —¿Tienen que traerme a un loco?
1Sa 21:15 ¡Ya tenemos suficientes de ellos aquí! ¿Por qué habría de permitir que alguien como él sea huésped en mi casa?
1Sa 22:1 Entonces David salió de Gat y escapó a la cueva de Adulam. Al poco tiempo sus hermanos y demás parientes se unieron a él allí.
1Sa 22:2 Luego, otros comenzaron a llegar —hombres que tenían problemas o que estaban endeudados o que simplemente estaban descontentos— y David llegó a ser capitán de unos cuatrocientos hombres.
1Sa 22:3 Después David se dirigió a Mizpa de Moab, donde le pidió al rey: «Por favor, permite que mi padre y mi madre vivan aquí contigo hasta que sepa lo que Dios tiene pensado para mí».
1Sa 22:4 Así que los padres de David se quedaron en Moab con el rey durante todo el tiempo que David vivió en la fortaleza.
1Sa 22:5 Un día el profeta Gad dijo a David: «Deja la fortaleza y vuelve a la tierra de Judá». Entonces David fue al bosque de Haret.
1Sa 22:6 Las noticias de su llegada a Judá pronto alcanzaron a Saúl. En ese momento, el rey estaba sentado debajo de un árbol de tamarisco en la colina de Guibeá, con su lanza en la mano y rodeado de sus oficiales.
1Sa 22:7 —¡Escuchen bien, hombres de Benjamín! —les gritó Saúl a sus oficiales al oír las noticias—. ¿Acaso ese hijo de Isaí les ha prometido a cada uno de ustedes campos y viñedos? ¿Les ha prometido a todos hacerlos generales y capitanes de su ejército?*
1Sa 22:8 ¿Es por eso que han conspirado contra mí? Pues ninguno de ustedes me avisó cuando mi propio hijo hizo un pacto solemne con ese hijo de Isaí. Ni siquiera sienten lástima por mí. ¡Imagínense! ¡Mi propio hijo incita al hijo de Isaí para que me mate, tal como está tratando de hacer hoy mismo!
1Sa 22:9 Entonces Doeg el edomita, que se encontraba entre los hombres de Saúl, habló: —Cuando estaba en Nob, vi al hijo de Isaí hablando con el sacerdote Ahimelec, hijo de Ahitob.
1Sa 22:10 Ahimelec consultó al SEÑOR por él. Luego le dio alimento y la espada de Goliat el filisteo.
1Sa 22:11 Entonces el rey Saúl inmediatamente mandó traer a Ahimelec y a toda su familia, quienes servían como sacerdotes en Nob.
1Sa 22:12 Cuando llegaron, Saúl le gritó: —¡Escúchame, hijo de Ahitob! —¿Qué quiere, mi rey? —le preguntó Ahimelec.
1Sa 22:13 —¿Por qué han conspirado contra mí, tú y ese hijo de Isaí? —le preguntó Saúl—. ¿Por qué le diste alimento y una espada? ¿Por qué consultaste a Dios por él? ¿Por qué lo instigaste a matarme, como está tratando de hacer hoy mismo?
1Sa 22:14 —Pero, señor —respondió Ahimelec—, ¿hay alguien entre todos sus siervos que sea tan fiel como su yerno David? ¡Él es el capitán de su escolta y un miembro altamente honrado de su casa!
1Sa 22:15 Por cierto, ¡esta no fue la primera vez que consulté a Dios por él! Que el rey no me acuse a mí y a mi familia de este asunto, porque yo no sabía nada de un complot en contra de usted.
1Sa 22:16 —¡Ahimelec, ten por seguro que morirás junto con toda tu familia! —gritó el rey.
1Sa 22:17 Y le ordenó a su escolta: —¡Maten a estos sacerdotes del SEÑOR, porque son aliados de David y conspiradores con él! ¡Ellos sabían que él huía de mí, pero no me lo dijeron! Pero los hombres de Saúl se negaron a matar a los sacerdotes del SEÑOR.
1Sa 22:18 Entonces Saúl le dijo a Doeg: —Hazlo tú. Así que ese día Doeg el edomita los atacó y los mató: ochenta y cinco sacerdotes en total que aún llevaban puestas sus vestiduras sacerdotales.
1Sa 22:19 Después se dirigió a Nob, la ciudad de los sacerdotes, y mató a las familias de los sacerdotes —hombres y mujeres, niños y recién nacidos— y a todo el ganado, burros, ovejas y cabras.
1Sa 22:20 Sólo Abiatar, uno de los hijos de Ahimelec, escapó y huyó a donde estaba David.
1Sa 22:21 Cuando le dijo que Saúl había matado a los sacerdotes del SEÑOR,
1Sa 22:22 David exclamó: —¡Lo sabía! Cuando vi a Doeg el edomita allí ese día, estaba seguro de que se lo contaría a Saúl! Ahora soy responsable de la muerte de toda la familia de tu padre.
1Sa 22:23 Quédate aquí conmigo, no tengas miedo; te protegeré con mi propia vida, porque la misma persona quiere matarnos a los dos.
1Sa 23:1 Un día le llegaron noticias a David de que los filisteos estaban en la ciudad de Keila robando el grano de los campos de trillar.
1Sa 23:2 Entonces David le preguntó al SEÑOR: —¿Debo ir y atacarlos? —Sí, ve y salva a Keila —le dijo el SEÑOR.
1Sa 23:3 Pero los hombres de David le dijeron: —Tenemos miedo incluso aquí en Judá. ¡De ninguna manera queremos ir a Keila para luchar contra todo el ejército filisteo!
1Sa 23:4 Así que David consultó de nuevo al SEÑOR, y de nuevo el SEÑOR respondió: «Desciende a Keila, porque yo te ayudaré a conquistar a los filisteos».
1Sa 23:5 Entonces David y sus hombres fueron a Keila. Mataron a los filisteos, tomaron todos sus animales y rescataron a la gente de la ciudad.
1Sa 23:6 Cuando Abiatar, hijo de Ahimelec, huyó a donde estaba David en Keila, se llevó consigo el efod.
1Sa 23:7 Pronto Saúl se enteró de que David estaba en Keila. «¡Excelente! —exclamó—. ¡Ya lo tenemos! Dios me lo entregó en mis manos, porque se ha quedado atrapado en una ciudad amurallada».
1Sa 23:8 Entonces Saúl movilizó a todo su ejército para marchar hacia Keila y sitiar a David y a sus hombres.
1Sa 23:9 Pero David se enteró de los planes de Saúl y le dijo a Abiatar el sacerdote que trajera el efod para consultar con el SEÑOR.
1Sa 23:10 Entonces David oró: —Oh SEÑOR, Dios de Israel, he oído que Saúl piensa venir a Keila y destruirla porque yo estoy aquí.
1Sa 23:11 ¿Me traicionarán los líderes de Keila y me entregarán a él?* ¿Y de verdad vendrá Saúl, como me han informado? Oh SEÑOR, Dios de Israel, te ruego que me digas. Y el SEÑOR le dijo: —Él vendrá.
1Sa 23:12 De nuevo David preguntó: —¿Me traicionarán los líderes de Keila a mí y a mis hombres para entregarnos a Saúl? Y el SEÑOR le contestó: —Sí, ellos los traicionarán.
1Sa 23:13 Entonces David y sus hombres —ahora cerca de seiscientos— salieron de Keila y comenzaron a deambular por toda la región. Pronto llegó la noticia a Saúl de que David había escapado, por lo que decidió no ir a Keila.
1Sa 23:14 David se refugió en unas fortalezas que había en el desierto y en la zona montañosa de Zif. Saúl lo perseguía día tras día, pero Dios no permitió que Saúl lo encontrara.
1Sa 23:15 Un día, cerca de Hores, David recibió la noticia de que Saúl estaba camino a Zif para buscarlo y matarlo.
1Sa 23:16 Jonatán fue a buscar a David y lo animó a que permaneciera firme en su fe en Dios.
1Sa 23:17 «No tengas miedo —le aseguró Jonatán—, ¡mi padre nunca te encontrará! Tú vas a ser el rey de Israel, y yo voy a estar a tu lado, como mi padre bien lo sabe».
1Sa 23:18 Luego los dos renovaron su pacto solemne delante del SEÑOR. Después Jonatán regresó a su casa, mientras que David se quedó en Hores.
1Sa 23:19 Pero los hombres de Zif fueron a Saúl en Guibeá y traicionaron a David. —Sabemos dónde se esconde David —le dijeron—. Está en las fortalezas de Hores en la colina de Haquila, que está en la parte sur de Jesimón.
1Sa 23:20 Descienda cuando esté listo, oh rey, ¡y lo atraparemos y se lo entregaremos!
1Sa 23:21 —¡Que el SEÑOR los bendiga! —les dijo Saúl—. ¡Por fin alguien se preocupa por mí!
1Sa 23:22 Vayan y verifiquen dónde se está quedando y quién lo ha visto allí, porque sé que es muy astuto.
1Sa 23:23 Descubran sus escondites y vuelvan cuando estén seguros. Después yo iré con ustedes. Y si está en la región, lo rastrearé, ¡aunque tenga que buscar en cada escondite de Judá!
1Sa 23:24 Entonces los hombres de Zif regresaron a su casa antes de que se fuera Saúl. Mientras tanto, David y sus hombres se trasladaron al desierto de Maón, en el valle de Arabá, al sur de Jesimón.
1Sa 23:25 Cuando David se enteró de que Saúl y sus hombres lo estaban buscando, se internó aún más en el desierto hasta llegar a la roca grande, y permaneció allí en el desierto de Maón. Pero Saúl andaba tras él en el desierto.
1Sa 23:26 Saúl y David se encontraban en lados opuestos de una montaña. Justo cuando Saúl y sus hombres comenzaban a cercar a David y a sus hombres,
1Sa 23:27 le llegó un mensaje urgente al rey que le informaba que los filisteos nuevamente asaltaban a Israel.
1Sa 23:28 Entonces Saúl dejó de perseguir a David y regresó para luchar contra los filisteos. Desde entonces, el lugar donde David acampó se llama Roca de Escape.*
1Sa 23:29 * Después David fue a vivir a las fortalezas de En-gadi.

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