APOSENTO ALTO

sábado, 5 de mayo de 2018

LECTURA BÍBLICA 5 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    11:1-11

Mar 11:1 Mientras Jesús y los discípulos se acercaban a Jerusalén, llegaron a las ciudades de Betfagé y Betania, en el Monte de los Olivos. Jesús mandó a dos de ellos que se adelantaran.
Mar 11:2 «Vayan a la aldea que está allí —les dijo —. En cuanto entren, verán un burrito atado, que nadie ha montado jamás. Desátenlo y tráiganlo aquí.
Mar 11:3 Si alguien les pregunta: “¿Qué están haciendo?” simplemente digan: “El Señor lo necesita y él lo devolverá pronto”».
Mar 11:4 Los dos discípulos salieron y encontraron el burrito en la calle, atado frente a la puerta principal.
Mar 11:5 Mientras lo desataban, algunos que estaban allí les preguntaron: «¿Qué están haciendo, por qué desatan ese burrito?».
Mar 11:6 Ellos contestaron lo que Jesús había dicho y se les dio permiso para llevarlo.
Mar 11:7 Así que llevaron el burrito a Jesús y pusieron sus prendas encima y él se sentó allí.
Mar 11:8 Muchos de la multitud tendían sus prendas sobre el camino delante de él y otros extendían ramas frondosas que habían cortado en los campos.
Mar 11:9 Jesús estaba en el centro de la procesión, y la gente que lo rodeaba gritaba: «¡Alaben a Dios!* ¡Bendiciones al que viene en el nombre del SEÑOR!
Mar 11:10 ¡Bendiciones al reino que viene, el reino de nuestro antepasado David! ¡Alaben a Dios en el cielo más alto!»*.
Mar 11:11 Así Jesús llegó a Jerusalén y entró en el templo. Después de mirar todo detenidamente a su alrededor, salió porque ya era tarde. Después regresó a Betania con los doce discípulos.



2 CORINTIOS 4

2Co 4:1 Por lo tanto, ya que Dios, en su misericordia, nos ha dado este nuevo camino,* nunca nos damos por vencidos.
2Co 4:2 Rechazamos todas las acciones vergonzosas y los métodos turbios. No tratamos de engañar a nadie ni de distorsionar la palabra de Dios. Decimos la verdad delante de Dios, y todos los que son sinceros lo saben bien.
2Co 4:3 Si la Buena Noticia que predicamos está escondida detrás de un velo, sólo está oculta de la gente que se pierde.
2Co 4:4 Satanás, quien es el dios de este mundo, ha cegado la mente de los que no creen. Son incapaces de ver la gloriosa luz de la Buena Noticia. No entienden este mensaje acerca de la gloria de Cristo, quien es la imagen exacta de Dios.
2Co 4:5 Como ven, no andamos predicando acerca de nosotros mismos. Predicamos que Jesucristo es Señor, y nosotros somos siervos de ustedes por causa de Jesús.
2Co 4:6 Pues Dios, quien dijo: «Que haya luz en la oscuridad», hizo que esta luz brille en nuestro corazón para que podamos conocer la gloria de Dios que se ve en el rostro de Jesucristo.
2Co 4:7 Ahora tenemos esta luz que brilla en nuestro corazón, pero nosotros mismos somos como frágiles vasijas de barro que contienen este gran tesoro.* Esto deja bien claro que nuestro gran poder proviene de Dios, no de nosotros mismos.
2Co 4:8 Por todos lados nos presionan las dificultades, pero no nos aplastan. Estamos perplejos pero no caemos en la desesperación.
2Co 4:9 Somos perseguidos pero nunca abandonados por Dios. Somos derribados, pero no destruidos.
2Co 4:10 Mediante el sufrimiento, nuestro cuerpo sigue participando de la muerte de Jesús, para que la vida de Jesús también pueda verse en nuestro cuerpo.
2Co 4:11 Es cierto, vivimos en constante peligro de muerte porque servimos a Jesús, para que la vida de Jesús sea evidente en nuestro cuerpo que muere.
2Co 4:12 Así que vivimos de cara a la muerte, pero esto ha dado como resultado vida eterna para ustedes.
2Co 4:13 Sin embargo, seguimos predicando porque tenemos la misma clase de fe que tenía el salmista cuando dijo: «Creí en Dios, por tanto hablé»*.
2Co 4:14 Sabemos que Dios, quien resucitó al Señor Jesús,* también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará ante él mismo junto con ustedes.
2Co 4:15 Todo esto es para beneficio de ustedes. Y, a medida que la gracia de Dios alcance a más y más personas, habrá abundante acción de gracias, y Dios recibirá más y más gloria.
2Co 4:16 Es por esto que nunca nos damos por vencidos. Aunque nuestro cuerpo está muriéndose, nuestro espíritu* va renovándose cada día.
2Co 4:17 Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades!
2Co 4:18 Así que no miramos las dificultades que ahora vemos; en cambio, fijamos nuestra vista en cosas que no pueden verse. Pues las cosas que ahora podemos ver pronto se habrán ido, pero las cosas que no podemos ver permanecerán para siempre.


SALMO 99

Sal 99:1 ¡El SEÑOR es rey! ¡Qué tiemblen las naciones! Está sentado en su trono, entre los querubines. ¡Qué se estremezca toda la tierra!
Sal 99:2 El SEÑOR se sienta con majestad en Jerusalén,* exaltado sobre todas las naciones.
Sal 99:3 Que ellas alaben tu nombre grande y temible. ¡Tu nombre es santo!
Sal 99:4 Rey poderoso, amante de la justicia, tú has establecido la imparcialidad. Has actuado con justicia y con rectitud en todo Israel.*
Sal 99:5 ¡Exalten al SEÑOR nuestro Dios! ¡Póstrense ante sus pies porque él es santo!
Sal 99:6 Moisés y Aarón estaban entre sus sacerdotes; Samuel también invocó su nombre. Clamaron al SEÑOR por ayuda, y él les respondió.
Sal 99:7 Habló a Israel desde la columna de nube, y los israelitas siguieron las leyes y los decretos que les dio.
Sal 99:8 Oh SEÑOR nuestro Dios, tú les respondiste; para ellos fuiste Dios perdonador, pero los castigaste cuando se desviaron.
Sal 99:9 Exalten al SEÑOR nuestro Dios y adoren en su monte santo, en Jerusalén, ¡porque el SEÑOR nuestro Dios es santo!

LECTURA PARA LA NOCHE

1 SAMUEL    11-13

1Sa 11:1 Como un mes después,* el rey Nahas de Amón dirigió a su ejército contra la ciudad israelita llamada Jabes de Galaad. Pero los habitantes de Jabes pidieron paz. —Haz un tratado con nosotros y seremos tus siervos —rogaron.
1Sa 11:2 —Está bien —dijo Nahas—, pero con una sola condición. ¡Le sacaré el ojo derecho a cada uno de ustedes para deshonrar a todo Israel!
1Sa 11:3 —¡Danos siete días para enviar mensajeros por todo Israel! —respondieron los ancianos de Jabes—. Si nadie viene a salvarnos, aceptaremos tus condiciones.
1Sa 11:4 Cuando los mensajeros llegaron a Guibeá de Saúl y le contaron al pueblo acerca de su aprieto, todos se echaron a llorar.
1Sa 11:5 Saúl había estado arando un campo con sus bueyes y, cuando regresó a la ciudad, preguntó: «¿Qué les pasa? ¿Por qué están llorando?». Así que le contaron del mensaje de Jabes.
1Sa 11:6 Entonces el Espíritu de Dios vino con poder sobre Saúl y se enojó mucho.
1Sa 11:7 Así que, tomó dos bueyes, los cortó en pedazos y envió mensajeros para que los llevaran por todo Israel con el siguiente mensaje: «¡Esto es lo que le pasará a los bueyes del que se niegue a seguir a Saúl y a Samuel a la batalla!». Entonces el SEÑOR hizo que la gente tuviera miedo del enojo de Saúl, por lo tanto todos salieron a la guerra como un solo hombre.
1Sa 11:8 Cuando Saúl los movilizó en Bezec, se dio cuenta de que había trescientos mil hombres de Israel y treinta mil* de Judá.
1Sa 11:9 Entonces Saúl envió a los mensajeros de regreso a Jabes de Galaad para decir: «¡Los rescataremos mañana antes del mediodía!». Cuando llegó el mensaje, ¡hubo gran alegría en toda la ciudad!
1Sa 11:10 Así que los hombres de Jabes dijeron a sus enemigos: «Mañana iremos a ustedes y podrán hacer con nosotros lo que quieran».
1Sa 11:11 Pero a la mañana siguiente, antes del amanecer, Saúl llegó con su ejército dividido en tres destacamentos. Entonces atacó por sorpresa a los amonitas y los masacró durante toda la mañana. El resto del ejército amonita quedó tan disperso que no había dos de ellos juntos.
1Sa 11:12 Entonces la gente clamó a Samuel: —¿Ahora, dónde están esos hombres que decían: “¿Por qué debe Saúl gobernarnos?”? ¡Tráiganlos aquí y los mataremos!
1Sa 11:13 Pero Saúl respondió: —Nadie será ejecutado hoy, ¡porque este día el SEÑOR rescató a Israel!
1Sa 11:14 Luego Samuel dijo a la gente: —¡Vengan, vamos todos a Gilgal para renovar el reino!
1Sa 11:15 Así que todos fueron a Gilgal y en una ceremonia solemne delante del SEÑOR proclamaron rey a Saúl. Después ofrecieron ofrendas de paz al SEÑOR, y Saúl y todos los israelitas se llenaron de alegría..
1Sa 12:1 Entonces Samuel se dirigió a todo Israel: —He hecho lo que me han pedido y les he dado un rey.
1Sa 12:2 Ahora el rey es su líder. Estoy aquí delante de ustedes —un hombre ya viejo y canoso— y mis hijos les sirven. He sido su líder desde mi niñez hasta el día de hoy.
1Sa 12:3 Ahora testifiquen contra mí en presencia del SEÑOR y ante su ungido. ¿A quién le he robado un buey o un burro? ¿Alguna vez he estafado a alguno de ustedes? ¿Alguna vez los he oprimido? ¿Alguna vez he aceptado soborno o he pervertido la justicia? Díganmelo y corregiré cualquier cosa incorrecta que haya hecho.
1Sa 12:4 —No —le contestaron ellos—, nunca nos has engañado ni oprimido y nunca has aceptado soborno alguno.
1Sa 12:5 —El SEÑOR y su ungido son mis testigos hoy —declaró Samuel— de que mis manos están limpias. —Sí, él es nuestro testigo —respondieron.
1Sa 12:6 —Fue el SEÑOR quien designó a Moisés y a Aarón —continuó Samuel—. Él sacó a sus antepasados de la tierra de Egipto.
1Sa 12:7 Ahora, permanezcan aquí en silencio delante del SEÑOR mientras les recuerdo todas las grandes cosas que el SEÑOR ha hecho por ustedes y por sus antepasados.
1Sa 12:8 »Cuando los israelitas estaban* en Egipto y clamaron al SEÑOR, él envió a Moisés y a Aarón para rescatarlos de Egipto y traerlos a esta tierra.
1Sa 12:9 Sin embargo, los israelitas pronto se olvidaron del SEÑOR su Dios, entonces él los entregó a Sísara, el comandante del ejército de Hazor, y también a los filisteos y al rey de Moab, quienes lucharon contra ellos.
1Sa 12:10 »Entonces clamaron al SEÑOR nuevamente y confesaron: “Hemos pecado al apartarnos del SEÑOR y al rendir culto a las imágenes de Baal y Astarot. Pero te adoraremos a ti y sólo a ti si nos rescatas de nuestros enemigos”.
1Sa 12:11 Luego el SEÑOR envió a Gedeón,* a Bedán,* a Jefté y a Samuel* para salvarlos, y ustedes vivieron a salvo.
1Sa 12:12 »Pero cuando tuvieron miedo de Nahas, rey de Amón, vinieron a mí y dijeron que querían un rey para que gobernara sobre ustedes, aun cuando el SEÑOR su Dios ya era su rey.
1Sa 12:13 Está bien, aquí está el rey que han escogido. Ustedes lo pidieron y el SEÑOR se lo concedió.
1Sa 12:14 »Ahora, si ustedes temen al SEÑOR y lo adoran, si escuchan su voz y no se rebelan contra sus mandatos, entonces tanto ustedes como su rey demostrarán que reconocen al SEÑOR como su Dios.
1Sa 12:15 Pero si se rebelan contra los mandatos del SEÑOR y rehúsan escucharlo, entonces su mano será tan dura con ustedes como ha sido con sus antepasados.
1Sa 12:16 »Ahora quédense aquí y vean la maravilla que el SEÑOR está a punto de hacer.
1Sa 12:17 Ustedes saben que nunca llueve en esta época del año durante la cosecha de trigo. Le pediré al SEÑOR que hoy envíe truenos y lluvia. ¡Entonces se darán cuenta de qué tan perversos han sido al pedirle al SEÑOR un rey!
1Sa 12:18 Entonces Samuel clamó al SEÑOR, y ese mismo día envió truenos y lluvia. Y todo el pueblo quedó aterrado del SEÑOR y de Samuel.
1Sa 12:19 —¡Ora al SEÑOR tu Dios por nosotros o moriremos! —le dijeron a Samuel—. A nuestras faltas hemos agregado el pecado de pedir un rey.
1Sa 12:20 —No teman —los tranquilizó Samuel—, de verdad han hecho mal, pero ahora asegúrense de adorar al SEÑOR con todo el corazón y no le den la espalda.
1Sa 12:21 No vuelvan a rendir culto a ídolos despreciables que no pueden ayudarlos o rescatarlos, ¡son completamente inútiles!
1Sa 12:22 El SEÑOR no abandonará a su pueblo, porque eso traería deshonra a su gran nombre. Pues le agradó al SEÑOR hacerlos su pueblo.
1Sa 12:23 »En cuanto a mí, ciertamente no pecaré contra el SEÑOR al dejar de orar por ustedes. Y seguiré enseñándoles lo que es bueno y correcto.
1Sa 12:24 Por su parte, asegúrense de temer al SEÑOR y de servirlo fielmente. Piensen en todas las cosas maravillosas que él ha hecho por ustedes.
1Sa 12:25 Pero si siguen pecando, ustedes y su rey serán destruidos.
1Sa 13:1 Saúl tenía treinta* años cuando subió al trono, y reinó durante cuarenta y dos años.*
1Sa 13:2 Saúl eligió a tres mil soldados selectos del ejército de Israel y mandó a los demás hombres a casa. Llevó consigo a dos mil de los hombres escogidos a Micmas y a la zona montañosa de Betel. Los otros mil fueron con Jonatán, el hijo de Saúl, a Guibeá en la tierra de Benjamín.
1Sa 13:3 Poco tiempo después, Jonatán atacó y derrotó la guarnición de los filisteos en Geba. La noticia corrió rápidamente entre los filisteos. Entonces Saúl tocó el cuerno de carnero por toda la tierra, y dijo: «¡Hebreos, escuchen esto! ¡Levántense! ¡Sublévense!».
1Sa 13:4 Así que todo Israel oyó la noticia que Saúl había destruido la guarnición filistea en Geba y que ahora los filisteos odiaban a los israelitas más que nunca. Entonces todo el ejército israelita fue llamado para unirse a Saúl en Gilgal.
1Sa 13:5 Los filisteos reunieron un ejército poderoso de tres mil* carros de guerra, seis mil hombres para conducirlos, y ¡tantos guerreros como los granos de arena a la orilla del mar! Acamparon en Micmas, al oriente de Bet-avén.
1Sa 13:6 Los hombres de Israel vieron el gran aprieto en el que estaban y, como estaban fuertemente presionados por el enemigo, trataron de esconderse en cuevas, matorrales, rocas, hoyos y cisternas.
1Sa 13:7 Algunos cruzaron el río Jordán y escaparon a la tierra de Gad y de Galaad. Mientras tanto, Saúl se quedó en Gilgal, y sus hombres temblaban de miedo.
1Sa 13:8 Durante siete días Saúl esperó allí, según las instrucciones de Samuel, pero aun así Samuel no llegaba. Saúl se dio cuenta de que sus tropas habían comenzado a desertar,
1Sa 13:9 de modo que ordenó: «¡Tráiganme la ofrenda quemada y las ofrendas de paz!». Y Saúl mismo sacrificó la ofrenda quemada.
1Sa 13:10 Precisamente cuando Saúl terminaba de sacrificar la ofrenda quemada, llegó Samuel. Saúl salió a recibirlo,
1Sa 13:11 pero Samuel preguntó: —¿Qué has hecho? Saúl le contestó: —Vi que mis hombres me abandonaban, y que tú no llegabas cuando prometiste, y que los filisteos ya están en Micmas, listos para la batalla.
1Sa 13:12 Así que dije: “¡Los filisteos están listos para marchar contra nosotros en Gilgal, y yo ni siquiera he pedido ayuda al SEÑOR!”. De manera que me vi obligado a ofrecer yo mismo la ofrenda quemada antes de que tú llegaras.
1Sa 13:13 —¡Qué tontería! —exclamó Samuel—. No obedeciste al mandato que te dio el SEÑOR tu Dios. Si lo hubieras obedecido, el SEÑOR habría establecido tu reinado sobre Israel para siempre.
1Sa 13:14 Pero ahora tu reino tiene que terminar, porque el SEÑOR ha buscado a un hombre conforme a su propio corazón. El SEÑOR ya lo ha nombrado para ser líder de su pueblo, porque tú no obedeciste el mandato del SEÑOR.
1Sa 13:15 Después Samuel salió de Gilgal y siguió su camino, pero el resto de las tropas fue con Saúl a encontrarse con el ejército. De Gilgal subieron a Guibeá, en la tierra de Benjamín.* Cuando Saúl contó los hombres que todavía estaban con él, ¡descubrió que sólo quedaban seiscientos!
1Sa 13:16 Saúl, Jonatán y las tropas acampaban en Geba, en la tierra de Benjamín; mientras que los filisteos levantaron su campamento en Micmas.
1Sa 13:17 Tres destacamentos de asalto pronto salieron del campamento de los filisteos. Uno fue al norte hacia Ofra, en la tierra de Sual;
1Sa 13:18 otro fue al occidente, a Bet-horón, y el tercero avanzó hacia la frontera sobre el valle de Zeboim, cerca del desierto.
1Sa 13:19 No había herreros en la tierra de Israel en esos días. Los filisteos no los permitían, por miedo a que forjaran espadas y lanzas para los hebreos.
1Sa 13:20 Entonces cada vez que los israelitas necesitaban afilar sus rejas de arado, picos, hachas y hoces,* tenían que llevarlos a un herrero filisteo.
1Sa 13:21 (Lo que cobraban era lo siguiente: ocho gramos* de plata por afilar una reja de arado o un pico, y cuatro gramos* por afilar un hacha, una hoz o una aguijada para bueyes).
1Sa 13:22 Por eso el día de la batalla, nadie del pueblo de Israel tenía espada o lanza, excepto Saúl y Jonatán.
1Sa 13:23 El paso de Micmas, mientras tanto, había sido asegurado por un contingente del ejército filisteo.

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