APOSENTO ALTO

martes, 8 de mayo de 2018

LECTURA BÍBLICA 8 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    12:1-12

Mar 12:1 Después Jesús comenzó a enseñarles con historias: «Un hombre plantó un viñedo. Lo cercó con un muro, cavó un hoyo para extraer el jugo de las uvas y construyó una torre de vigilancia. Luego les alquiló el viñedo a unos agricultores arrendatarios y se mudó a otro país.
Mar 12:2 Llegado el tiempo de la cosecha de la uva, envió a uno de sus siervos para recoger su parte de la cosecha.
Mar 12:3 Pero los agricultores agarraron al siervo, le dieron una paliza y lo mandaron de regreso con las manos vacías.
Mar 12:4 Entonces el dueño envió a otro siervo, pero lo insultaron y le pegaron en la cabeza.
Mar 12:5 Al próximo siervo que envió, lo mataron. Envió a otros, a unos los golpearon y a otros los mataron,
Mar 12:6 hasta que le quedó sólo uno, su hijo, a quien amaba profundamente. Finalmente, el dueño lo envió porque pensó: “Sin duda, respetarán a mi hijo”.
Mar 12:7 »Pero los agricultores se dijeron unos a otros: “Aquí viene el heredero de esta propiedad. ¡Matémoslo y nos quedaremos con la propiedad!”.
Mar 12:8 Así que lo agarraron, lo asesinaron y tiraron su cuerpo fuera del viñedo».
Mar 12:9 «¿Qué creen qué hará el dueño del viñedo? —preguntó Jesús —. Les diré, irá y matará a esos agricultores y alquilará el viñedo a otros.
Mar 12:10 ¿Nunca leyeron en las Escrituras: “La piedra que los constructores rechazaron ahora se ha convertido en la piedra principal.
Mar 12:11 Esto es obra del SEÑOR y es maravilloso verlo”*?».
Mar 12:12 Los líderes religiosos* querían arrestar a Jesús porque se dieron cuenta de que contaba esa historia en contra de ellos, pues ellos eran los agricultores malvados. Pero tenían miedo de la multitud, así que lo dejaron y se marcharon.





2 CORINTIOS 7

2Co 7:1 Queridos amigos, dado que tenemos estas promesas, limpiémonos de todo lo que pueda contaminar nuestro cuerpo o espíritu. Y procuremos alcanzar una completa santidad porque tememos a Dios.
2Co 7:2 Por favor, ábrannos su corazón. No le hemos hecho mal a nadie ni hemos llevado a nadie por mal camino ni nos hemos aprovechado de nadie.
2Co 7:3 No les digo esto para condenarlos. Ya les dije antes que ustedes están en nuestro corazón y que vivimos o morimos junto con ustedes.
2Co 7:4 Tienen toda mi confianza, y estoy muy orgulloso de ustedes. Me han alentado en gran manera y me han hecho feliz a pesar de todas nuestras dificultades.
2Co 7:5 Cuando llegamos a Macedonia, no hubo descanso para nosotros. Enfrentamos conflictos de todos lados, con batallas por fuera y temores por dentro.
2Co 7:6 Pero Dios, quien alienta a los desanimados, nos alentó con la llegada de Tito.
2Co 7:7 Su presencia fue una alegría, igual que la noticia que nos trajo del ánimo que él recibió de ustedes. Cuando nos dijo cuánto anhelan verme y cuánto sienten lo que sucedió y lo leales que me son, ¡me llené de alegría!
2Co 7:8 No lamento haberles enviado esa carta tan severa, aunque al principio sí me lamenté porque sé que les causó dolor durante un tiempo.
2Co 7:9 Ahora me alegro de haberla enviado, no porque los haya lastimado, sino porque el dolor hizo que se arrepintieran y cambiaran su conducta. Fue la clase de tristeza que Dios quiere que su pueblo tenga, de modo que no les hicimos daño de ninguna manera.
2Co 7:10 Pues la clase de tristeza que Dios desea que suframos nos aleja del pecado y trae como resultado salvación. No hay que lamentarse por esa clase de tristeza. Pero la tristeza del mundo, al cual le falta arrepentimiento, resulta en muerte espiritual.
2Co 7:11 ¡Tan sólo miren lo que produjo en ustedes esa tristeza que proviene de Dios! Tal fervor, tal ansiedad por limpiar su nombre, tal indignación, tal preocupación, tal deseo de verme, tal celo y tal disposición para castigar lo malo. Ustedes demostraron haber hecho todo lo necesario para corregir la situación.
2Co 7:12 Mi propósito, entonces, no fue escribir acerca de quién causó el daño o quién resultó dañado. Les escribí para que, a los ojos de Dios, pudieran comprobar por sí mismos qué tan leales son a nosotros.
2Co 7:13 Esto nos ha alentado en gran manera. Además de nuestro propio aliento, nos deleitamos particularmente al ver lo feliz que estaba Tito por la manera en que todos ustedes lo recibieron y lo tranquilizaron.*
2Co 7:14 Le dije lo orgulloso que estaba de ustedes, y no me decepcionaron. Siempre les he dicho la verdad, ¡y ahora mi jactancia ante Tito también resultó ser cierta!
2Co 7:15 Ahora él se preocupa por ustedes más que nunca cuando recuerda cómo todos lo obedecieron y cómo lo recibieron con tanto temor y profundo respeto.
2Co 7:16 Ahora estoy muy feliz porque tengo plena confianza en ustedes.

SALMO 102

Sal 102:1
Oración de quien está abrumado de problemas y se desahoga ante el SEÑOR.
SEÑOR, ¡oye mi oración! ¡Escucha mi ruego!
Sal 102:2 No te alejes de mí en el tiempo de mi angustia. Inclínate para escuchar y no tardes en responderme cuando te llamo.
Sal 102:3 Pues mis días desaparecen como el humo, y los huesos me arden como carbones al rojo vivo.
Sal 102:4 Tengo el corazón angustiado, marchito como la hierba, y perdí el apetito.
Sal 102:5 Por mi gemir, quedé reducido a piel y huesos.
Sal 102:6 Soy como un búho en el desierto, como un búho pequeño en un lugar remoto y desolado.
Sal 102:7 Me acuesto y sigo despierto, como un pájaro solitario en el tejado.
Sal 102:8 Mis enemigos se burlan de mí día tras día; se mofan de mí y me maldicen.
Sal 102:9 Me alimento de cenizas; las lágrimas corren por mis mejillas y se mezclan con mi bebida,
Sal 102:10 a causa de tu enojo y de tu ira, pues me levantaste y me echaste.
Sal 102:11 Mi vida pasa tan rápido como las sombras de la tarde; voy marchitándome como hierba.
Sal 102:12 Pero tú, oh SEÑOR, te sentarás en tu trono para siempre; tu fama durará por todas las generaciones.
Sal 102:13 Te levantarás y tendrás misericordia de Jerusalén;* ya es tiempo de tener compasión de ella, ahora es el momento en que prometiste ayudar.
Sal 102:14 Pues tu pueblo ama cada piedra de sus murallas y atesora hasta el polvo de sus calles.
Sal 102:15 Entonces las naciones temblarán ante el SEÑOR; los reyes de la tierra temblarán ante su gloria.
Sal 102:16 Pues el SEÑOR reconstruirá Jerusalén; él aparecerá en su gloria.
Sal 102:17 Escuchará las oraciones de los desposeídos; no rechazará sus ruegos.
Sal 102:18 Que esto quede registrado para las generaciones futuras, para que un pueblo aún no nacido alabe al SEÑOR.
Sal 102:19 Cuéntenles que el SEÑOR miró hacia abajo, desde su santuario celestial. Desde los cielos miró la tierra
Sal 102:20 para escuchar los gemidos de los prisioneros, para poner en libertad a los condenados a muerte.
Sal 102:21 Por eso la fama del SEÑOR se celebrará en Sión, y sus alabanzas en Jerusalén,
Sal 102:22 cuando las multitudes se reúnan y los reinos vengan a adorar al SEÑOR.
Sal 102:23 A la mitad de mi vida, me quebró las fuerzas, y así acortó mis días.
Sal 102:24 Pero clamé a él: «Oh mi Dios, el que vive para siempre, ¡no me quites la vida en la flor de mi juventud!
Sal 102:25 Hace mucho tiempo echaste los cimientos de la tierra y con tus manos formaste los cielos.
Sal 102:26 Ellos dejarán de existir, pero tú permaneces para siempre; se desgastarán como ropa vieja. Tú los cambiarás y los desecharás como si fueran ropa.
Sal 102:27 Pero tú siempre eres el mismo; tú vivirás para siempre.
Sal 102:28 Los hijos de tu pueblo vivirán seguros; los hijos de sus hijos prosperarán en tu presencia».



LECTURA PARA LA NOCHE

1 SAMUEL    17-18

1Sa 17:1 Los filisteos reunieron su ejército para la batalla y acamparon en Efes-damim, que queda entre Soco en Judá y Azeca.
1Sa 17:2 Saúl respondió reuniendo a las tropas israelitas cerca del valle de Ela.
1Sa 17:3 De modo que los filisteos y los israelitas quedaron frente a frente en montes opuestos, separados por el valle.
1Sa 17:4 Luego Goliat, un campeón filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos para enfrentarse a las fuerzas de Israel. ¡Medía casi tres metros* de altura!
1Sa 17:5 Llevaba un casco de bronce y su cota de malla, hecha de bronce, pesaba cincuenta y siete kilos.*
1Sa 17:6 También tenía puestos protectores de bronce en las piernas y llevaba una jabalina de bronce sobre el hombro.
1Sa 17:7 El asta de su lanza era tan pesada y gruesa como un rodillo de telar, con una punta de hierro que pesaba casi siete kilos.* Su escudero iba delante de él.
1Sa 17:8 Entonces Goliat se detuvo y gritó mofándose de los israelitas: «¿Por qué salen todos ustedes a pelear? Yo soy el campeón filisteo, pero ustedes no son más que siervos de Saúl. ¡Elijan a un hombre para que venga aquí a pelear conmigo!
1Sa 17:9 Si me mata, entonces seremos sus esclavos; pero si yo lo mato a él, ¡ustedes serán nuestros esclavos!
1Sa 17:10 ¡Hoy desafío a los ejércitos de Israel! ¡Envíenme a un hombre que me enfrente!».
1Sa 17:11 Cuando Saúl y los israelitas lo escucharon, quedaron aterrados y profundamente perturbados.
1Sa 17:12 Ahora bien, David era hijo de un hombre llamado Isaí, un efrateo de Belén, en la tierra de Judá. En ese tiempo Isaí era anciano y tenía ocho hijos.
1Sa 17:13 Sus tres hijos mayores —Eliab, Abinadab y Simea—* ya se habían unido al ejército de Saúl para pelear contra los filisteos.
1Sa 17:14 David era el menor de los hijos. Sus tres hermanos mayores se quedaron con el ejército de Saúl,
1Sa 17:15 pero David iba y venía para ayudar a su padre con las ovejas en Belén.
1Sa 17:16 Durante cuarenta días, cada mañana y cada tarde, el campeón filisteo se paseaba dándose aires delante del ejército israelita.
1Sa 17:17 Un día, Isaí le dijo a David: «Toma esta canasta* de grano tostado y estos diez panes, y llévaselos de prisa a tus hermanos.
1Sa 17:18 Y dale estos diez pedazos de queso a su capitán. Averigua cómo están tus hermanos y tráeme un informe de cómo les va».*
1Sa 17:19 Los hermanos de David estaban con Saúl y el ejército israelita en el valle de Ela, peleando contra los filisteos.
1Sa 17:20 Así que temprano a la mañana siguiente, David dejó las ovejas al cuidado de otro pastor y salió con los regalos, como Isaí le había indicado. Llegó al campamento justo cuando el ejército de Israel salía al campo de batalla dando gritos de guerra.
1Sa 17:21 Poco tiempo después las fuerzas israelitas y filisteas quedaron frente a frente, ejército contra ejército.
1Sa 17:22 David dejó sus cosas con el hombre que guardaba las provisiones y se apresuró a ir hacia las filas para saludar a sus hermanos.
1Sa 17:23 Mientras hablaba con ellos, Goliat, el campeón filisteo de Gat, salió de entre las tropas filisteas. En ese momento, David lo escuchó gritar sus ya acostumbradas burlas al ejército de Israel.
1Sa 17:24 Tan pronto como las tropas israelitas lo vieron, comenzaron a huir espantadas.
1Sa 17:25 —¿Ya vieron al gigante? —preguntaban los hombres—. Sale cada día a desafiar a Israel. El rey ha ofrecido una enorme recompensa a cualquiera que lo mate. ¡A ese hombre le dará una de sus hijas como esposa y toda su familia quedará exonerada de pagar impuestos!
1Sa 17:26 David les preguntó a los soldados que estaban cerca de él: —¿Qué recibirá el hombre que mate al filisteo y ponga fin a su desafío contra Israel? Y a fin de cuentas, ¿quién es este filisteo pagano, al que se le permite desafiar a los ejércitos del Dios viviente?
1Sa 17:27 Estos hombres le dieron a David la misma respuesta. Le dijeron: —Efectivamente, esa es la recompensa por matarlo.
1Sa 17:28 Pero cuando Eliab, el hermano mayor de David, lo oyó hablar con los hombres, se enojó. —¿Qué estás haciendo aquí? —le reclamó—. ¿Qué pasó con esas pocas ovejas que se supone que deberías estar cuidando? Conozco tu orgullo y tu engaño. ¡Sólo quieres ver la batalla!
1Sa 17:29 —¿Qué hice ahora? —contestó David—. ¡Sólo hacía una pregunta!
1Sa 17:30 Entonces caminó hacia otros y les preguntó lo mismo, y recibió la misma respuesta.
1Sa 17:31 Entonces le contaron a Saúl la pregunta de David, y el rey mandó llamarlo.
1Sa 17:32 —No te preocupes por este filisteo —le dijo David a Saúl—. ¡Yo iré a pelear contra él!
1Sa 17:33 —¡No seas ridículo! —respondió Saúl—. ¡No hay forma de que tú puedas pelear contra ese filisteo y ganarle! Eres tan sólo un muchacho, y él ha sido un hombre de guerra desde su juventud.
1Sa 17:34 Pero David insistió: —He estado cuidando las ovejas y las cabras de mi padre. Cuando un león o un oso vienen para robar un cordero del rebaño,
1Sa 17:35 yo lo persigo con un palo y rescato el cordero de su boca. Si el animal me ataca, lo tomo de la quijada y lo golpeo hasta matarlo.
1Sa 17:36 Lo he hecho con leones y con osos, y lo haré también con este filisteo pagano, ¡porque ha desafiado a los ejércitos del Dios viviente!
1Sa 17:37 ¡El mismo SEÑOR que me rescató de las garras del león y del oso me rescatará de este filisteo! Así que Saúl por fin accedió: —Está bien, adelante. ¡Y que el SEÑOR esté contigo!
1Sa 17:38 Después Saúl le dio a David su propia armadura: un casco de bronce y una cota de malla.
1Sa 17:39 David se los puso, se ciñó la espada y probó dar unos pasos porque nunca antes se había vestido con algo semejante. —No puedo andar con todo esto —le dijo a Saúl—. No estoy acostumbrado a usarlo. Así que David se lo quitó.
1Sa 17:40 Tomó cinco piedras lisas de un arroyo y las metió en su bolsa de pastor. Luego, armado únicamente con su vara de pastor y su honda, comenzó a cruzar el valle para luchar contra el filisteo.
1Sa 17:41 Goliat caminaba hacia David con su escudero delante de él,
1Sa 17:42 mirando con desdén al muchacho de mejillas sonrosadas.
1Sa 17:43 —¿Soy acaso un perro —le rugió a David— para que vengas contra mí con un palo? Y maldijo a David en nombre de sus dioses.
1Sa 17:44 —¡Ven aquí, y les daré tu carne a las aves y a los animales salvajes! —gritó Goliat.
1Sa 17:45 David le respondió al filisteo: —Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo contra ti en nombre del SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado.
1Sa 17:46 Hoy el SEÑOR te conquistará, y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Y luego daré los cadáveres de tus hombres a las aves y a los animales salvajes, ¡y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel!
1Sa 17:47 Todos los que están aquí reunidos sabrán que el SEÑOR rescata a su pueblo, pero no con espada ni con lanza. ¡Esta es la batalla del SEÑOR, y los entregará a ustedes en nuestras manos!
1Sa 17:48 Cuando Goliat se acercó para atacarlo, David fue corriendo para enfrentarse con él.
1Sa 17:49 Metió la mano en su bolsa de pastor, sacó una piedra, la lanzó con su honda y golpeó al filisteo en la frente. La piedra se le incrustó allí y Goliat se tambaleó y cayó de cara al suelo.
1Sa 17:50 Así David triunfó sobre el filisteo con sólo una honda y una piedra, porque no tenía espada.
1Sa 17:51 Después David corrió y sacó de su vaina la espada de Goliat y la usó para matarlo y cortarle la cabeza. Cuando los filisteos vieron que su campeón estaba muerto, se dieron la vuelta y huyeron.
1Sa 17:52 Así que los hombres de Israel y Judá dieron un gran grito de triunfo y corrieron tras los filisteos, persiguiéndolos tan lejos como Gat* y hasta las puertas de Ecrón. Los cuerpos de los filisteos muertos y heridos estuvieron esparcidos a lo largo del camino de Saaraim, hasta Gat y Ecrón.
1Sa 17:53 Luego el ejército de Israel regresó y saqueó el campamento abandonado de los filisteos.
1Sa 17:54 (David llevó la cabeza del filisteo a Jerusalén, pero guardó la armadura en su propia carpa).
1Sa 17:55 Al observar a David pelear contra el filisteo, Saúl le preguntó a Abner, el comandante de su ejército: —Abner, ¿quién es el padre de este muchacho? —En realidad no lo sé —declaró Abner.
1Sa 17:56 —Bueno, ¡averigua quién es! —le dijo el rey.
1Sa 17:57 Tan pronto como David regresó de matar a Goliat, Abner lo llevó ante Saúl con la cabeza del filisteo todavía en la mano.
1Sa 17:58 —Dime quién es tu padre, muchacho —le dijo Saúl. —Su nombre es Isaí, y vivimos en Belén —contestó David.
1Sa 18:1 Después de que David terminó de hablar con Saúl, conoció a Jonatán, el hijo del rey. De inmediato se creó un vínculo entre ellos, pues Jonatán amó a David como a sí mismo.
1Sa 18:2 A partir de ese día Saúl mantuvo a David con él y no lo dejaba volver a su casa.
1Sa 18:3 Jonatán hizo un pacto solemne con David, porque lo amaba tanto como a sí mismo.
1Sa 18:4 Para sellar el pacto quitó su manto y se lo dio a David junto con su túnica, su espada, su arco y su cinturón.
1Sa 18:5 Todo lo que Saúl le pedía a David que hiciera, él lo hacía con éxito. Como resultado, Saúl lo hizo comandante sobre los hombres de guerra, un nombramiento que fue bien recibido tanto por el pueblo como por los oficiales de Saúl.
1Sa 18:6 Cuando el ejército de Israel regresaba triunfante después que David mató al filisteo, mujeres de todas las ciudades de Israel salieron para recibir al rey Saúl. Cantaron y danzaron de alegría con panderetas y címbalos.*
1Sa 18:7 Este era su canto: «Saúl mató a sus miles, ¡y David, a sus diez miles!».
1Sa 18:8 Esto hizo que Saúl se enojara mucho. «¿Qué es esto? —dijo—. Le dan crédito a David por diez miles y a mí sólo por miles. ¡Sólo falta que lo hagan su rey!».
1Sa 18:9 Desde ese momento Saúl miró con recelo a David.
1Sa 18:10 Al día siguiente, un espíritu atormentador* de parte de Dios abrumó a Saúl, y comenzó a desvariar como un loco en su casa. David tocaba el arpa, tal como lo hacía cada día. Pero Saúl tenía una lanza en la mano,
1Sa 18:11 y de repente se la arrojó a David, tratando de clavarlo en la pared, pero David lo esquivó dos veces.
1Sa 18:12 Después Saúl tenía miedo de David porque el SEÑOR estaba con David pero se había apartado de él.
1Sa 18:13 Finalmente lo echó de su presencia y lo nombró comandante sobre mil hombres, y David dirigía fielmente a las tropas en batalla.
1Sa 18:14 David siguió teniendo éxito en todo lo que hacía porque el SEÑOR estaba con él.
1Sa 18:15 Cuando Saúl reconoció esto, le tuvo aún más miedo.
1Sa 18:16 Pero todos en Israel y en Judá amaban a David porque tenía tanto éxito al dirigir a sus tropas en batalla.
1Sa 18:17 Cierto día, Saúl le dijo a David: —Estoy listo para darte a mi hija mayor, Merab, por esposa. Pero antes deberás demostrar que eres un guerrero de verdad al pelear las batallas del SEÑOR. Pues Saúl pensó: «Voy a enviar a David contra los filisteos y dejar que ellos lo maten, en vez de hacerlo yo mismo».
1Sa 18:18 —¿Quién soy yo, y quién es mi familia en Israel para que yo sea el yerno del rey? —exclamó David—. ¡La familia de mi padre no es nadie!
1Sa 18:19 Así que,* cuando llegó el momento para que Saúl le diera su hija Merab en matrimonio a David, Saúl se la dio a Adriel, un hombre de Mehola.
1Sa 18:20 Mientras tanto, Mical, otra hija de Saúl, se había enamorado de David, y cuando Saúl se enteró se puso contento.
1Sa 18:21 «¡Me da otra oportunidad para que los filisteos lo maten!», se dijo Saúl a sí mismo; pero a David le dijo: —Hoy tienes una segunda oportunidad para llegar a ser mi yerno.
1Sa 18:22 Después Saúl instruyó a sus siervos para que le dijeran a David: «El rey te aprecia mucho, al igual que nosotros. ¿Por qué no aceptas lo que el rey te ofrece y te conviertes en su yerno?».
1Sa 18:23 Cuando los hombres de Saúl le dijeron estas cosas a David, él respondió: «¿Cómo puede un hombre pobre y de familia humilde reunir la dote por la hija de un rey?».
1Sa 18:24 Cuando los hombres de Saúl le informaron al rey,
1Sa 18:25 él les dijo: «Díganle a David que lo único que quiero por dote son los prepucios de cien filisteos. Vengarme de mis enemigos es todo lo que realmente quiero». Pero lo que Saúl tenía en mente era que mataran a David en la pelea.
1Sa 18:26 David estuvo encantado de aceptar la oferta. Antes de que se cumpliera la fecha límite,
1Sa 18:27 él y sus hombres salieron y mataron a doscientos filisteos. Así que David cumplió con el requisito del rey entregándole los prepucios de ellos. Entonces Saúl le entregó a su hija Mical por esposa.
1Sa 18:28 Cuando Saúl se dio cuenta de que el SEÑOR estaba con David, y cuánto su hija Mical lo amaba,
1Sa 18:29 le tuvo aún más miedo y quedó como enemigo de David por el resto de su vida.
1Sa 18:30 Cada vez que los comandantes filisteos atacaban, David tenía más éxito en contra de ellos que todos los demás oficiales de Saúl; por eso el nombre de David llegó a ser muy famoso.

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