APOSENTO ALTO

jueves, 3 de mayo de 2018

LECTURA BÍBLICA 3 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    10:17-34

Mar 10:17 Cuando Jesús estaba por emprender su camino a Jerusalén, un hombre se le acercó corriendo, se arrodilló y le preguntó: —Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?
Mar 10:18 —¿Por qué me llamas bueno? —preguntó Jesús —. Sólo Dios es verdaderamente bueno.
Mar 10:19 Pero, para contestar a tu pregunta, tú conoces los mandamientos: «No asesines; no cometas adulterio; no robes; no des falso testimonio; no estafes a nadie; honra a tu padre y a tu madre»*.
Mar 10:20 —Maestro —respondió el hombre—, he obedecido todos esos mandamientos desde que era joven.
Mar 10:21 Jesús miró al hombre y sintió profundo amor por él. —Hay una cosa que todavía no has hecho —le dijo —. Anda y vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme.
Mar 10:22 Al oír esto, el hombre puso cara larga y se fue triste porque tenía muchas posesiones.
Mar 10:23 Jesús miró a su alrededor y dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!».
Mar 10:24 Los discípulos quedaron asombrados de sus palabras. Pero Jesús volvió a decir: «Queridos hijos, es muy difícil* entrar en el reino de Dios.
Mar 10:25 De hecho, ¡es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios!».
Mar 10:26 Los discípulos quedaron atónitos. —Entonces, ¿quién podrá ser salvo? —preguntaron.
Mar 10:27 Jesús los miró fijamente y dijo: —Humanamente hablando, es imposible, pero no para Dios. Con Dios, todo es posible.
Mar 10:28 Entonces Pedro comenzó a hablar. —Nosotros hemos dejado todo para seguirte —dijo.
Mar 10:29 —Así es —respondió Jesús—, y les aseguro que todo el que haya dejado casa o hermanos o hermanas o madre o padre o hijos o bienes por mi causa y por la Buena Noticia
Mar 10:30 recibirá ahora a cambio cien veces más el número de casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y bienes, junto con persecución. Y, en el mundo que vendrá, esa persona tendrá la vida eterna.
Mar 10:31 Pero muchos que ahora son los más importantes, en ese día serán los menos importantes, y aquellos que ahora parecen menos importantes, en ese día serán los más importantes.*
Mar 10:32 Subían rumbo a Jerusalén, y Jesús caminaba delante de ellos. Los discípulos estaban llenos de asombro y la gente que los seguía, abrumada de temor. Jesús tomó a los doce discípulos aparte y, una vez más, comenzó a describir todo lo que estaba por sucederle.
Mar 10:33 «Escuchen —les dijo—, subimos a Jerusalén, donde el Hijo del Hombre* será traicionado y entregado a los principales sacerdotes y a los maestros de la ley religiosa. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los romanos.*
Mar 10:34 Se burlarán de él, lo escupirán, lo azotarán con un látigo y lo matarán. Pero, después de tres días, resucitará».


2 CORINTIOS 2

2Co 2:1 Así que decidí que no les causaría tristeza con otra visita dolorosa.
2Co 2:2 Pues, si yo les causo tristeza, ¿quién me alegrará a mí? Por cierto, no será alguien a quien yo haya entristecido.
2Co 2:3 Por eso les escribí como lo hice, para que, cuando llegue, no me causen tristeza los mismos que deberían darme la más grande alegría. Seguramente, todos ustedes saben que mi alegría proviene de que estén alegres.
2Co 2:4 Escribí aquella carta con gran angustia, un corazón afligido y muchas lágrimas. No quise causarles tristeza, más bien quería que supieran cuánto amor tengo por ustedes.
2Co 2:5 No exagero cuando digo que el hombre que causó todos los problemas los lastimó más a todos ustedes que a mí.
2Co 2:6 La mayoría de ustedes se le opusieron, y eso ya fue suficiente castigo.
2Co 2:7 No obstante, ahora es tiempo de perdonarlo y consolarlo; de otro modo, podría ser vencido por el desaliento.
2Co 2:8 Así que ahora los insto a que reafirmen su amor por él.
2Co 2:9 Les escribí como lo hice para probarlos y ver si cumplirían mis instrucciones al pie de la letra.
2Co 2:10 Si ustedes perdonan a este hombre, yo también lo perdono. Y, cuando yo perdono lo que necesita ser perdonado, lo hago con la autoridad de Cristo en beneficio de ustedes,
2Co 2:11 para que Satanás no se aproveche de nosotros. Pues ya conocemos sus maquinaciones malignas.
2Co 2:12 Cuando llegué a la ciudad de Troas para predicar la Buena Noticia de Cristo, el Señor me abrió una puerta de oportunidad.
2Co 2:13 Pero no sentía paz, porque mi querido hermano Tito todavía no había llegado con un informe de ustedes. Así que me despedí y seguí hacia Macedonia para buscarlo.
2Co 2:14 Pero, ¡gracias a Dios!, él nos ha hecho sus cautivos y siempre nos lleva en triunfo en el desfile victorioso de Cristo. Ahora nos usa para difundir el conocimiento de Cristo por todas partes como un fragante perfume.
2Co 2:15 Nuestras vidas son la fragancia de Cristo que sube hasta Dios. Pero esta fragancia se percibe de una manera diferente por los que se salvan y los que se pierden.
2Co 2:16 Para los que se pierden, somos un espantoso olor de muerte y condenación. Pero, para aquellos que se salvan, somos un perfume que da vida. ¿Y quién es la persona adecuada para semejante tarea?
2Co 2:17 Ya ven, no somos como tantos charlatanes* que predican para provecho personal. Nosotros predicamos la palabra de Dios con sinceridad y con la autoridad de Cristo, sabiendo que Dios nos observa.


SALMO 97

Sal 97:1 ¡El SEÑOR es rey! ¡Que se goce la tierra! ¡Que se alegren las costas más lejanas!
Sal 97:2 Nubes oscuras lo rodean. La rectitud y la justicia son el cimiento de su trono.
Sal 97:3 Fuego se extiende delante de él y calcina a todos sus enemigos.
Sal 97:4 Sus relámpagos destellan por el mundo; la tierra lo ve y tiembla.
Sal 97:5 Las montañas se derriten como cera delante del SEÑOR, delante del Señor de toda la tierra.
Sal 97:6 Los cielos proclaman su justicia; toda nación ve su gloria.
Sal 97:7 Los que rinden culto a ídolos quedan deshonrados —todos los que se jactan de sus inútiles dioses —pues todos los dioses tienen que inclinarse ante él.
Sal 97:8 ¡Jerusalén* oyó y se alegró, y todas las ciudades de Judá están felices a causa de tu justicia, oh SEÑOR!
Sal 97:9 Pues tú, oh SEÑOR, eres supremo en toda la tierra, exaltado muy por encima de todos los dioses.
Sal 97:10 ¡Ustedes, los que aman al SEÑOR, odien el mal! Él protege la vida de sus justos y los rescata del poder de los perversos.
Sal 97:11 La luz brilla sobre los justos, y la alegría sobre los de corazón recto.
Sal 97:12 ¡Que todos los justos se alegren en el SEÑOR y alaben su santo nombre!

LECTURA PARA LA NOCHE

1 SAMUEL    6-8

1Sa 6:1 Así que el arca del SEÑOR permaneció en territorio filisteo por un total de siete meses.
1Sa 6:2 Entonces los filisteos mandaron llamar a sus sacerdotes y adivinos, y les preguntaron: —¿Qué debemos hacer con el arca del SEÑOR? Dígannos cómo devolverla a su propio país.
1Sa 6:3 —Devuelvan el arca del Dios de Israel junto con un regalo —les dijeron—. Envíen una ofrenda por la culpa, para que la plaga se detenga. Entonces, si se sanan, sabrán que fue la mano de Dios la que causó esta plaga.
1Sa 6:4 —¿Qué clase de ofrenda por la culpa debemos enviar? —preguntaron. Entonces les respondieron: —Ya que la plaga los hirió a ustedes y a sus cinco gobernantes, elaboren cinco tumores de oro y cinco ratas de oro como los que asolaron la tierra.
1Sa 6:5 Hagan estas cosas para demostrar su respeto al Dios de Israel. Tal vez entonces él deje de afligirlos a ustedes, a sus dioses y a su tierra.
1Sa 6:6 No sean tercos y rebeldes como lo fueron faraón y los egipcios. Cuando Dios terminó con ellos, estaban deseosos de dejar ir a Israel.
1Sa 6:7 »Así que construyan una carreta nueva y busquen dos vacas que acaben de tener cría. Asegúrense de que las vacas nunca hayan llevado yugo. Engánchenlas a la carreta, pero encierren sus becerros en un corral.
1Sa 6:8 Pongan el arca del SEÑOR en la carreta, y junto a ella coloquen un cofre con las ratas de oro y los tumores de oro que estarán enviando como ofrenda por la culpa. Después dejen que las vacas vayan por donde quieran.
1Sa 6:9 Si cruzan la frontera de nuestra tierra y van hacia Bet-semes, sabremos que fue el SEÑOR quien trajo este terrible desastre sobre nosotros. Si no la cruzan, sabremos que no fue la mano de Dios que causó esta plaga; más bien sucedió por pura casualidad.
1Sa 6:10 Así que llevaron a cabo las instrucciones. Engancharon dos vacas a la carreta y encerraron sus crías en un corral.
1Sa 6:11 Luego pusieron el arca del SEÑOR en la carreta junto con el cofre que contenía los tumores y las ratas de oro.
1Sa 6:12 Y efectivamente, las vacas, sin desviarse a ningún lado, siguieron directo por el camino hacia Bet-semes, mugiendo por todo el camino. Los gobernantes filisteos las siguieron hasta los límites de Bet-semes.
1Sa 6:13 Ahora bien, los habitantes de Bet-semes estaban cosechando trigo en el valle y, cuando vieron el arca, ¡se llenaron de alegría!
1Sa 6:14 La carreta entró en el campo de un hombre llamado Josué y se detuvo junto a una roca grande. Entonces la gente hizo pedazos la madera de la carreta para leña, mató a las dos vacas y las sacrificó al SEÑOR como ofrenda quemada.
1Sa 6:15 Varios hombres de la tribu de Leví levantaron de la carreta el arca del SEÑOR y el cofre —que contenía las ratas y los tumores de oro— y los pusieron sobre la roca grande. En ese día el pueblo de Bet-semes ofreció muchos sacrificios y ofrendas quemadas al SEÑOR.
1Sa 6:16 Los cinco gobernantes filisteos observaron todo esto y luego regresaron a Ecrón ese mismo día.
1Sa 6:17 Los cinco tumores de oro enviados por los filisteos al SEÑOR, como ofrenda por la culpa, eran regalos de los gobernantes de Asdod, Gaza, Ascalón, Gat y Ecrón.
1Sa 6:18 Las cinco ratas de oro representaban las cinco ciudades filisteas junto con sus aldeas vecinas, que eran controladas por los cinco gobernantes. La gran roca de Bet-semes, donde colocaron el arca del SEÑOR, todavía está en el campo de Josué como un testimonio de lo que sucedió allí.
1Sa 6:19 Pero el SEÑOR mató a setenta hombres* de Bet-semes porque miraron dentro del arca del SEÑOR. Y el pueblo hizo gran duelo por lo que el SEÑOR había hecho.
1Sa 6:20 «¿Quién puede estar en la presencia del SEÑOR, este Dios santo? —clamaron—. ¿Adónde podremos enviar el arca desde aquí?».
1Sa 6:21 Así que enviaron mensajeros a la gente de Quiriat-jearim y le dijeron: «Los filisteos han devuelto el arca del SEÑOR. ¡Vengan y llévensela!».
1Sa 7:1 Entonces los hombres de Quiriat-jearim fueron por el arca del SEÑOR. La llevaron a la casa de Abinadab que estaba en las laderas y comisionaron a su hijo Eleazar para que se encargara de ella.
1Sa 7:2 El arca permaneció en Quiriat-jearim mucho tiempo: veinte años en total. Durante ese tiempo todos los israelitas se lamentaron porque parecía que el SEÑOR los había abandonado.
1Sa 7:3 Entonces Samuel le dijo a todo el pueblo de Israel: «Si en realidad desean volver al SEÑOR, desháganse de sus dioses ajenos y de las imágenes de Astarot. Tomen la determinación de obedecer sólo al SEÑOR; entonces él los rescatará de los filisteos».
1Sa 7:4 Así que los israelitas se deshicieron de todas sus imágenes de Baal y de Astarot y adoraron únicamente al SEÑOR.
1Sa 7:5 Después Samuel les dijo: «Reúnan a todo Israel en Mizpa, y yo oraré al SEÑOR por ustedes».
1Sa 7:6 De manera que se reunieron en Mizpa y, en una gran ceremonia, sacaron agua de un pozo y la derramaron delante del SEÑOR. Asimismo no comieron durante todo el día y confesaron que habían pecado contra el SEÑOR. (Fue en Mizpa donde Samuel se convirtió en juez de Israel).
1Sa 7:7 Cuando los gobernantes filisteos se enteraron de que Israel se había reunido en Mizpa, movilizaron a su ejército y avanzaron. El miedo invadió a los israelitas cuando supieron que los filisteos se acercaban.
1Sa 7:8 «¡No dejes de rogarle al SEÑOR nuestro Dios que nos salve de los filisteos!», le suplicaron a Samuel.
1Sa 7:9 Entonces Samuel tomó un cordero y lo ofreció al SEÑOR como ofrenda quemada entera. Rogó al SEÑOR que ayudara a Israel, y el SEÑOR le contestó.
1Sa 7:10 Entonces, justo en el momento en que Samuel sacrificaba la ofrenda quemada, llegaron los filisteos para atacar a Israel. Pero ese día el SEÑOR habló con una poderosa voz de trueno desde el cielo y causó tal confusión entre los filisteos, que los israelitas los derrotaron.
1Sa 7:11 Los hombres de Israel los persiguieron desde Mizpa hasta un lugar abajo de Bet-car, matándolos a lo largo del camino.
1Sa 7:12 Luego Samuel tomó una piedra grande y la colocó entre las ciudades de Mizpa y Jesana.* La llamó Ebenezer (que significa «la piedra de ayuda») porque dijo: «¡Hasta aquí el SEÑOR nos ha ayudado!».
1Sa 7:13 De modo que los filisteos fueron sometidos y no volvieron a invadir a Israel por algún tiempo. Y durante toda la vida de Samuel la mano poderosa del SEÑOR se levantó contra los filisteos.
1Sa 7:14 Entonces fueron restituidas a Israel las aldeas cercanas a Ecrón y Gat que los filisteos habían tomado, junto con el resto del territorio que habían tomado de Israel. Y en esos días hubo paz entre los israelitas y los amorreos.
1Sa 7:15 Samuel continuó como juez de Israel por el resto de su vida.
1Sa 7:16 Cada año hacía un recorrido y estableció su tribunal, primero en Betel, luego en Gilgal y después en Mizpa. Juzgaba al pueblo de Israel en cada uno de estos lugares.
1Sa 7:17 Luego regresaba a su hogar en Ramá, donde también atendía otros casos. En Ramá, Samuel construyó un altar al SEÑOR.
1Sa 8:1 Cuando Samuel envejeció, nombró a sus hijos como jueces de Israel.
1Sa 8:2 Joel y Abías, sus hijos mayores, establecieron su corte en Beerseba.
1Sa 8:3 Pero ellos no eran como su padre, porque codiciaban el dinero; aceptaban sobornos y pervertían la justicia.
1Sa 8:4 Finalmente, todos los ancianos de Israel se reunieron en Ramá para hablar del asunto con Samuel.
1Sa 8:5 «Mira, Samuel —le dijeron—, ya eres anciano y tus hijos no son como tú. Danos un rey para que nos juzgue así como lo tienen las demás naciones».
1Sa 8:6 Samuel se disgustó con esta petición y fue al SEÑOR en busca de orientación.
1Sa 8:7 «Haz todo lo que te digan —le respondió el SEÑOR—, porque es a mí a quien rechazan y no a ti; ya no quieren que yo siga siendo su rey.
1Sa 8:8 Desde que los saqué de Egipto me han abandonado continuamente y han seguido a otros dioses. Y ahora te tratan a ti de la misma manera.
1Sa 8:9 Haz lo que te pidan, pero adviérteles seriamente acerca de la manera en que reinará sobre ellos un rey».
1Sa 8:10 Entonces Samuel transmitió la advertencia del SEÑOR al pueblo que pedía un rey.
1Sa 8:11 —Esta es la manera en que un rey gobernará sobre ustedes —les dijo—. El rey reclutará en el ejército a los hijos de ustedes y los asignará a los carros de guerra y a sus conductores, y los hará correr delante de sus carros.
1Sa 8:12 Algunos serán generales y capitanes del ejército,* otros serán obligados a arar y a cosechar los cultivos del rey, y otros harán las armas y el equipo para los carros de guerra.
1Sa 8:13 El rey tomará a las hijas de ustedes y las obligará a cocinar, a hornear y a hacer perfumes para él.
1Sa 8:14 Les quitará a ustedes lo mejor de sus campos, viñedos y huertos de olivos, y se los dará a sus oficiales.
1Sa 8:15 Tomará una décima parte de su grano y de sus cosechas de uvas y la repartirá entre sus oficiales y miembros de la corte.
1Sa 8:16 Les quitará sus esclavos y esclavas, y les exigirá lo mejor de sus ganados* y burros para su propio uso.
1Sa 8:17 Les exigirá la décima parte de sus rebaños, y ustedes serán sus esclavos.
1Sa 8:18 Cuando llegue ese día, suplicarán alivio de este rey que ahora piden, pero entonces el SEÑOR no los ayudará.
1Sa 8:19 Sin embargo, el pueblo se negó a escuchar la advertencia de Samuel. —Aun así, todavía queremos un rey —dijeron ellos—.
1Sa 8:20 Nuestro deseo es ser como las naciones que nos rodean. El rey nos juzgará y será nuestro líder en las batallas.
1Sa 8:21 Así que Samuel le repitió al SEÑOR lo que el pueblo dijo,
1Sa 8:22 y el SEÑOR respondió: «Haz lo que te piden y dales un rey». Entonces Samuel estuvo de acuerdo y los envió a sus casas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario