APOSENTO ALTO

miércoles, 2 de mayo de 2018

LECTURA BÍBLICA 2 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    10:1-16

Mar 10:1 Luego Jesús salió de Capernaúm, descendió a la región de Judea y entró en la zona que está al este del río Jordán. Una vez más, las multitudes lo rodearon, y él les enseñaba como de costumbre.
Mar 10:2 Unos fariseos se acercaron y trataron de tenderle una trampa con la siguiente pregunta: —¿Está bien permitir que un hombre se divorcie de su esposa?
Mar 10:3 Jesús les contestó con otra pregunta: —¿Qué dijo Moisés en la ley sobre el divorcio?
Mar 10:4 —Bueno, él lo permitió —contestaron —. Dijo que un hombre puede darle a su esposa un aviso de divorcio por escrito y despedirla.*
Mar 10:5 Pero Jesús respondió: —Moisés escribió ese mandamiento sólo como una concesión ante la dureza del corazón de ustedes.
Mar 10:6 Pero, desde el principio de la creación, “Dios los hizo hombre y mujer”.*
Mar 10:7 Esto explica por qué “un hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa,*
Mar 10:8 y los dos se convierten en uno solo”*. Como ya no son dos sino uno,
Mar 10:9 que nadie separe lo que Dios ha unido.
Mar 10:10 Más tarde, cuando quedó a solas con sus discípulos en la casa, ellos sacaron el tema de nuevo.
Mar 10:11 Él les dijo: «El que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio contra ella.
Mar 10:12 Y, si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio».
Mar 10:13 Cierto día, algunos padres llevaron a sus niños a Jesús para que los tocara y los bendijera, pero los discípulos regañaron a los padres por molestarlo.
Mar 10:14 Cuando Jesús vio lo que sucedía, se enojó con sus discípulos y les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí. ¡No los detengan! Pues el reino de Dios pertenece a los que son como estos niños.
Mar 10:15 Les digo la verdad, el que no reciba el reino de Dios como un niño nunca entrará en él».
Mar 10:16 Entonces tomó a los niños en sus brazos y después de poner sus manos sobre la cabeza de ellos, los bendijo.


2 CORINTIOS 1:12-24

2Co 1:12 Podemos decir con confianza y con una conciencia limpia que, en todos nuestros asuntos, hemos vivido en santidad* y con una sinceridad dadas por Dios. Hemos dependido de la gracia de Dios y no de nuestra propia sabiduría humana. Ésa es la forma en que nos hemos comportado ante el mundo y en especial con ustedes.
2Co 1:13 Nuestras cartas fueron transparentes, y no hay nada escrito entre líneas ni nada que no puedan entender. Espero que algún día nos entiendan plenamente,
2Co 1:14 aunque por ahora no nos entiendan. Entonces, en el día que el Señor Jesús* regrese, estarán orgullosos de nosotros de la misma manera que nosotros estamos orgullosos de ustedes.
2Co 1:15 Como estaba tan seguro de su comprensión y confianza, quise darles una doble bendición al visitarlos dos veces:
2Co 1:16 primero, de camino a Macedonia y, otra vez al regresar de Macedonia.* Luego podrían ayudarme a seguir mi viaje a Judea.
2Co 1:17 Tal vez se pregunten por qué cambié de planes. ¿Acaso piensan que hago mis planes a la ligera? ¿Piensan que soy como la gente del mundo que dice «sí» cuando en realidad quiere decir «no»?
2Co 1:18 Tan cierto como que Dios es fiel, nuestra palabra a ustedes no oscila entre el «sí» y el «no».
2Co 1:19 Pues Jesucristo, el Hijo de Dios, no titubea entre el «sí» y el «no». Él es aquél de quien Silas,* Timoteo y yo les predicamos, y siendo el «sí» definitivo de Dios, él siempre hace lo que dice.
2Co 1:20 Pues todas las promesas de Dios se cumplieron en Cristo con un resonante «¡sí!». Y, por medio de Cristo, nuestro «amén» (que significa «sí») se eleva a Dios para su gloria.
2Co 1:21 Es Dios quien nos capacita, junto con ustedes, para estar firmes por Cristo. Él nos comisionó
2Co 1:22 y nos identificó como suyos al poner al Espíritu Santo en nuestro corazón como un anticipo que garantiza todo lo que él nos prometió.
2Co 1:23 Ahora pongo a Dios por testigo de que les digo la verdad. La razón por la cual no regresé a Corinto fue para ahorrarles una severa reprimenda.
2Co 1:24 Pero eso no significa que queramos dominarlos al decirles cómo poner en práctica su fe. Queremos trabajar junto con ustedes para que estén llenos de alegría, porque es por medio de su propia fe que se mantienen firmes.


SALMO 96

Sal 96:1 ¡Canten al SEÑOR una nueva canción! ¡Qué toda la tierra cante al SEÑOR!
Sal 96:2 Canten al SEÑOR, alaben su nombre; cada día anuncien las buenas noticias de que él salva.
Sal 96:3 Anuncien sus gloriosas obras entre las naciones; cuéntenles a todos las cosas asombrosas que él hace.
Sal 96:4 ¡Grande es el SEÑOR! ¡Es el más digno de alabanza! A él hay que temer por sobre todos los dioses.
Sal 96:5 Los dioses de las otras naciones no son más que ídolos, ¡pero el SEÑOR hizo los cielos!
Sal 96:6 Honor y majestad lo rodean; fuerza y belleza llenan su santuario.
Sal 96:7 Oh naciones del mundo, reconozcan al SEÑOR; reconozcan que el SEÑOR es fuerte y glorioso.
Sal 96:8 ¡Den al SEÑOR la gloria que merece! Lleven ofrendas y entren en sus atrios.
Sal 96:9 Adoren al SEÑOR en todo su santo esplendor; que toda la tierra tiemble delante de él.
Sal 96:10 Digan a todas las naciones: «¡El SEÑOR reina!». El mundo permanece firme y no puede ser sacudido. Él juzgará a todos los pueblos con imparcialidad.
Sal 96:11 ¡Que los cielos se alegren, y la tierra se goce! ¡Que el mar y todo lo que contiene exclamen sus alabanzas!
Sal 96:12 ¡Que los campos y sus cultivos estallen de alegría! Que los árboles del bosque susurren con alabanza
Sal 96:13 delante del SEÑOR, ¡porque él viene! Viene a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia y a las naciones con su verdad.

LECTURA PARA LA NOCHE

1 SAMUEL    3-5

1Sa 3:1 Mientras tanto, el niño Samuel servía al SEÑOR ayudando a Elí. Ahora bien, en esos días los mensajes del SEÑOR eran muy escasos y las visiones eran poco comunes.
1Sa 3:2 Una noche, Elí, que para entonces estaba casi ciego, ya se había acostado.
1Sa 3:3 La lámpara de Dios aún no se había apagado, y Samuel estaba dormido en el tabernáculo* cerca del arca de Dios.
1Sa 3:4 De pronto el SEÑOR llamó: —¡Samuel! —Sí —respondió Samuel—. ¿Qué quiere?
1Sa 3:5 Se levantó y corrió hasta donde estaba Elí. —Aquí estoy. ¿Me llamó usted? —Yo no te llamé —dijo Elí—. Vuelve a la cama. Entonces, Samuel se volvió a acostar.
1Sa 3:6 Luego, el SEÑOR volvió a llamar: —¡Samuel! Nuevamente Samuel se levantó y fue a donde estaba Elí. —Aquí estoy. ¿Me llamó usted? —Yo no te llamé, hijo mío —respondió Elí—. Vuelve a la cama.
1Sa 3:7 Samuel todavía no conocía al SEÑOR, porque nunca antes había recibido un mensaje de él.
1Sa 3:8 Así que el SEÑOR llamó por tercera vez, y una vez más Samuel se levantó y fue a donde estaba Elí. —Aquí estoy. ¿Me llamó usted? En ese momento Elí se dio cuenta de que era el SEÑOR quien llamaba al niño.
1Sa 3:9 Entonces le dijo a Samuel: —Ve y acuéstate de nuevo y, si alguien vuelve a llamarte, di: “Habla, SEÑOR, que tu siervo escucha”. Así que Samuel volvió a su cama.
1Sa 3:10 Y el SEÑOR vino y llamó igual que antes: —¡Samuel! ¡Samuel! Y Samuel respondió: —Habla, que tu siervo escucha.
1Sa 3:11 Entonces el SEÑOR le dijo a Samuel: —Estoy por hacer algo espantoso en Israel.
1Sa 3:12 Llevaré a cabo todas mis amenazas contra Elí y su familia, de principio a fin.
1Sa 3:13 Le advertí que viene juicio sobre su familia para siempre, porque sus hijos blasfeman a Dios* y él no los ha disciplinado.
1Sa 3:14 Por eso juré que los pecados de Elí y los de sus hijos jamás serán perdonados ni por medio de sacrificios ni ofrendas.
1Sa 3:15 Entonces Samuel se quedó en la cama hasta la mañana; luego se levantó y abrió las puertas del tabernáculo,* como de costumbre. Tenía miedo de contarle a Elí lo que el SEÑOR le había dicho.
1Sa 3:16 Pero Elí lo llamó: —Samuel, hijo mío. —Aquí estoy —respondió Samuel.
1Sa 3:17 —¿Qué te dijo el SEÑOR? Dímelo todo. ¡Y que el SEÑOR te castigue, y aun te mate, si me ocultas algo!
1Sa 3:18 Entonces Samuel le contó todo a Elí; no le ocultó nada. —Es la voluntad del SEÑOR —respondió Elí—. Que él haga lo que mejor le parezca.
1Sa 3:19 El SEÑOR estaba con Samuel mientras crecía, y todo lo que Samuel decía se cumplía.
1Sa 3:20 Entonces todo Israel, desde Dan en el norte hasta Beerseba en el sur, supo que Samuel había sido confirmado como profeta del SEÑOR.
1Sa 3:21 El SEÑOR siguió apareciéndose en Silo y le daba mensajes a Samuel allí en el tabernáculo.
1Sa 4:1 Y las palabras de Samuel llegaban a todo el pueblo de Israel. En aquel tiempo, Israel estaba en guerra con los filisteos. El ejército israelita acampaba cerca de Ebenezer y los filisteos estaban en Afec.
1Sa 4:2 Los filisteos atacaron al ejército de Israel y lo derrotaron matando a cuatro mil hombres.
1Sa 4:3 Terminada la batalla, las tropas se retiraron a su campamento, y los ancianos de Israel se preguntaban: «¿Por qué permitió el SEÑOR que los filisteos nos derrotaran?». Después dijeron: «Traigamos de Silo el arca del pacto del SEÑOR. Si la llevamos con nosotros a la batalla, nos salvará* de nuestros enemigos».
1Sa 4:4 Así que enviaron hombres a Silo para que trajeran el arca del pacto del SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, quien está entronizado entre los querubines. Los hijos de Elí, Ofni y Finees, también estaban allí con el arca del pacto de Dios.
1Sa 4:5 Cuando los israelitas vieron que el arca del pacto del SEÑOR llegaba al campamento, ¡su grito de alegría fue tan fuerte que hizo temblar la tierra!
1Sa 4:6 «¿Qué estará pasando? —se preguntaron los filisteos—. ¿Qué es todo ese griterío en el campamento de los hebreos?». Cuando les dijeron que era porque el arca del SEÑOR había llegado al campamento,
1Sa 4:7 entraron en pánico. «¡Los dioses han* llegado a su campamento! —exclamaron—. ¡Esto es un desastre! ¡Nunca antes nos hemos enfrentado a algo así!
1Sa 4:8 ¡Socorro! ¿Quién podrá librarnos de los dioses poderosos de Israel? Son los mismos dioses que destruyeron a los egipcios con plagas cuando Israel estaba en el desierto.
1Sa 4:9 ¡Filisteos, peleen como nunca antes! ¡Si no lo hacen, seremos esclavos de los hebreos así como ellos han sido esclavos nuestros! ¡Peleen como hombres!».
1Sa 4:10 Así que los filisteos pelearon con desesperación, y de nuevo derrotaron a Israel. La matanza fue grande; ese día murieron treinta mil soldados israelitas. Los sobrevivientes dieron la vuelta y huyeron, cado uno a su carpa.
1Sa 4:11 Entonces los filisteos capturaron el arca de Dios y mataron a Ofni y a Finees, los dos hijos de Elí.
1Sa 4:12 Un hombre de la tribu de Benjamín corrió desde el campo de batalla y, más tarde ese mismo día, llegó a Silo. Había rasgado su ropa y echado polvo sobre su cabeza en señal de dolor.
1Sa 4:13 Elí esperaba junto al camino para oír noticias de la batalla, pues estaba tan preocupado por la seguridad del arca de Dios que le temblaba el corazón. Cuando llegó el mensajero y contó lo que había sucedido, un clamor resonó por todo el pueblo.
1Sa 4:14 «¿A qué se debe todo ese ruido?», preguntó Elí. Entonces el mensajero corrió a donde estaba Elí,
1Sa 4:15 quien tenía noventa y ocho años de edad y ya estaba ciego,
1Sa 4:16 y le dijo: —Acabo de llegar del campo de batalla; estuve allí hoy mismo. —¿Qué pasó, hijo mío? —preguntó Elí.
1Sa 4:17 —Israel fue derrotado por los filisteos —le contestó el mensajero—. Masacraron a la gente, también mataron a sus dos hijos, Ofni y Finees, y capturaron el arca de Dios.
1Sa 4:18 Cuando el mensajero mencionó lo que había sucedido al arca de Dios, Elí cayó de espaldas de su asiento junto a la puerta. Se quebró la nuca y murió, porque era viejo y demasiado gordo. Durante cuarenta años había sido el juez de Israel.
1Sa 4:19 La nuera de Elí, esposa de Finees, estaba embarazada y próxima a dar a luz. Cuando se enteró de que habían capturado el arca de Dios y que su suegro y su esposo habían muerto, entró en trabajo de parto y dio a luz.
1Sa 4:20 Ella murió después del parto, pero antes de que muriera las parteras trataron de animarla. «No tengas miedo —le dijeron—. ¡Tienes un varón!». Pero ella no contestó ni les prestó atención.
1Sa 4:21 Al niño le puso por nombre Icabod (que significa «¿dónde está la gloria?») porque dijo: «La gloria de Israel se ha ido». Le puso ese nombre porque el arca de Dios había sido capturada y porque murieron su suegro y su esposo.
1Sa 4:22 Y luego dijo: «La gloria se ha ido de Israel, porque el arca de Dios ha sido capturada».
1Sa 5:1 Después de que los filisteos capturaran el arca de Dios, la llevaron del campo de batalla en Ebenezer hasta la ciudad de Asdod.
1Sa 5:2 Llevaron el arca de Dios al templo del dios Dagón y la pusieron junto a una estatua de Dagón.
1Sa 5:3 Pero cuando los ciudadanos de Asdod fueron a verla a la mañana siguiente, ¡la estatua de Dagón había caído boca abajo delante del arca del SEÑOR! Así que levantaron a Dagón y nuevamente lo colocaron en su lugar.
1Sa 5:4 Pero temprano al día siguiente sucedió lo mismo: de nuevo Dagón había caído boca abajo frente al arca del SEÑOR. Esta vez su cabeza y sus manos se habían quebrado y estaban a la entrada; sólo el tronco de su cuerpo quedó intacto.
1Sa 5:5 Por eso, hasta el día de hoy, ni los sacerdotes de Dagón ni nadie más que entra al templo de Dagón, en Asdod, pisan el umbral.
1Sa 5:6 Entonces la mano dura del SEÑOR hirió a la gente de Asdod y de las aldeas cercanas con una plaga de tumores.*
1Sa 5:7 Cuando el pueblo se dio cuenta de lo que sucedía, exclamó: «¡No podemos quedarnos con el arca del Dios de Israel ni un minuto más! ¡Él está en contra de nosotros! Todos seremos destruidos junto con Dagón, nuestro dios».
1Sa 5:8 De modo que convocaron a los gobernantes de las ciudades filisteas y les preguntaron: —¿Qué debemos hacer con el arca del Dios de Israel? Los gobernantes deliberaron y contestaron: —Trasládenla a la ciudad de Gat. Así que trasladaron el arca del Dios de Israel a Gat.
1Sa 5:9 Pero cuando el arca llegó a Gat, la mano dura del SEÑOR cayó sobre sus hombres, jóvenes y mayores; los hirió con una plaga de tumores, y hubo gran pánico.
1Sa 5:10 Entonces enviaron el arca de Dios a la ciudad de Ecrón, pero cuando los habitantes de Ecrón vieron que se acercaba, clamaron: «¡Traen el arca del Dios de Israel a nuestra ciudad para matarnos a nosotros también!».
1Sa 5:11 Entonces el pueblo volvió a llamar a los gobernantes filisteos y les suplicó: «¡Por favor, regresen el arca del Dios de Israel a su propio país, o nos matará* a todos!». Pues ya había comenzado la plaga mortal enviada por Dios, y un gran temor se apoderaba del pueblo.
1Sa 5:12 Los que no morían, sufrían de tumores; y el clamor del pueblo ascendió al cielo.

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