1Co 5:1 De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre.
1Co 5:2 Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais
más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el
que cometió tal acción?
1Co 5:3 Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero
presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho.
1Co 5:4 En el nombre de nuestro Señor Jesucristo,
reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo,
1Co 5:5 el tal sea entregado a Satanás para
destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor
Jesús.
Pablo pasa a decirles a los corintios que están tolerando
un pecado considerado muy grave en el ámbito judío y entre los gentiles. La
persona que está en fornicación tiene, al parecer, a la madrastra como amante.
Estos hechos no están desconectados de las divisiones que
se tratan en los primeros cuatro capítulos de 1 corintios, ya que mientras las
divisiones atentan contra la iglesia rompiendo la unidad de la misma, el pecado
atenta contra ella manchándola y alejándola de la pureza. Recordemos que el
autor les dice a los corintios “el cual también os confirmará hasta el fin,
para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo” 1 corintios 1:8
Los corintios, lejos de lamentarse por este hecho, lo
toleran mientras están ocupados en sus divisiones en grupo por seguir “al mejor
predicador”
Pablo los amonesta diciéndoles que se juzgue al pecador, y
debe ser entregado satanás, en otras palabras, debe ser expulsado de la
congregación a fin de que, al estar solo frente a su pecado, y terminando como
el hijo pródigo reaccionara para proceder al arrepentimiento.
El autor busca lograr dos cosas muy importantes para la
iglesia con la expulsión del pecador, proteger a la iglesia de contaminación y
lograr la restauración de esta persona. La disciplina siempre tendrá como fin
la restauración, no la destrucción.
Como dijo el Señor Jesús: “Misericordia quiero y no
sacrificio” Mateo 9:3
Podemos decir que la meta de la disciplina
I.
No es la destruir a la persona
II.
No es cobrar venganza
III.
Es que el pecador se arrepienta
IV.
Es cuidar a la iglesia para mantenerla en irreprensible
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