1Co 4:14 No escribo esto para avergonzaros, sino
para amonestaros como a hijos míos amados.
1Co 4:15 Porque,
aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en
Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio.
1Co 4:16 Por
tanto, os ruego que me imitéis.
1Co 4:17 Por
esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el
cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas
partes y en todas las iglesias.
1Co 4:18 Mas
algunos están envanecidos, como si yo nunca hubiese de ir a vosotros.
1Co 4:19 Pero
iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el
poder de los que andan envanecidos.
1Co 4:20 Porque
el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder.
1Co 4:21 ¿Qué
queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?
Pablo refiriéndose a 1 corintios 4:7-13; les dice a los de
Corinto que no quiere avergonzarlos al decirles que nadie los ha puesto a ellos
para decidir quién es mejor predicador, si Pablo o Apolos, y mientras los de
esta iglesia están envanecidos, ellos sufrían por el ministerio.
Pablo no buscaba avergonzarlos, sino que cambiaran de
actitud y dejaran de ser orgullosos, ya que el reino de Dios no era cuestión de
orgullo, ni se trataba de quiénes seguían al mejor predicador.
¿Pero con qué autoridad les decía esto? Con la autoridad de
un padre, pues a través de él los corintios habían creído. Los corintios podían
tener muchos maestros, pero, el evangelio les había llegado a través de él. En
ninguna manera aquí, Pablo quiere ser orgulloso ni ponerse por encima de
Apolos, más bien les habla como un padre para que ellos sean humildes
imitándolo a él que entendía que la palabra que él predicaba, no transformaba
las vidas por el hecho que fuera él quien las hablaba, sino por el respaldo del
Espíritu Santo. Pablo sabía que, si él predicaba sin el respaldo de Dios,
solamente sería palabrería. Por ello, Timoteo iría a Corinto para dar
testimonio del proceder de Pablo, para que no tuvieran un concepto incorrecto
de él.
Pero ante la actitud arrogante de algunos, probablemente
porque se creían maestros que podían decidir qué predicador era mejor y que por
ello no necesitaban recibir enseñanza más que de su predicador favorito, Pablo
les dice que irá pronto a verlos para ver si sus palabras son respaldadas por
el Espíritu de Dios, y por ello les explica que el reino no son solo palabras,
pues las palabras sin el respaldo del Espíritu Santo, son solo eso, palabras.
Así que el reino consiste en el poder transformador de Dios actuando en las
palabras del evangelio.
Podemos afirmar que el reino de Dios
I.
No se trata de seguir al “mejor predicador”
II.
No es cuestión de palabrería
III.
No es cuestión de sabiduría humana
IV.
No es conocimiento bíblico
V.
Consiste en la palabra de Dios siendo usada por
el Espíritu Santo para transformar vidas.
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